POLÉMICA POR UN ANUNCIO EN RUSIA, LO HACE EL DOBLE DE MEDVÉDEV


Hay señales que ponen de manifiesto los cambios políticos que está viviendo un país mejor que los sondeos de opinión pública o las declaraciones de sus máximos dirigentes. Cuando el actual primer ministro ruso, Vladimir Putin, era presidente, nadie se atrevía actuar en público como doble suyo. Tener un marcado parecido físico con el hombre más poderoso de Rusia era más un riesgo que una ventaja. Y sigue siéndolo.
zoom El presidente Madvédev.
Aún más impensable hubiera sido imaginar a Putin como personaje de una campaña publicitaria. Con el presidente Dmitri Medvédev, que llegó al poder en el 2008, ya es otra historia. Los habitantes de Kírov, a unos 800 kilómetros al noroeste de Moscú, quedaron pasmados al ver a un hombre con cara de Medvédev anunciando una sierra mecánica en varios carteles colocados por la ciudad. El señor de los instrumentos, rezaba el anuncio. La compañía que encargó los carteles y que se dedica a las ventas de aparatos eléctricos explicó a la prensa que el hombre del anuncio no tenía nada que ver con el presidente y que su parecido físico solo era una coincidencia.
Esas confusas explicaciones se deben al hecho de que las autoridades locales han iniciado una investigación para averiguar si la escandalosa publicidad engaña o no al consumidor. Mientras siguen las pesquisas, los carteles quedarán en su sitio. «A las autoridades locales les daba miedo autorizar semejante campaña publicitaria que también incluirá anuncios en la televisión si es que nos dejan. Incluso nos amenazaron con que iban a quitar los carteles», explicó Konstantin Sadakov, el presidente de la empresa que diseñó la publicidad.
En realidad, el personaje del cartel es un doble reconocido del presidente. Mijail Fomin, de 40 años, un modesto guardia de una pequeña ciudad a unos 500 kilómetros de Moscú, se dio cuenta de que tenía un asombroso parecido con Medvédev cuando este todavía era viceprimer ministro. «Primero me lo dijeron mis vecinos y en el 2009 ya empezaron a venir las cámaras a mi casa», explica Fomin que aprovecha a tope su semejanza con el mandatario e imita también sus gestos más reconocibles. El parecido físico de Fomin con Medvédev es motivo de orgullo entre sus vecinos. Sin embargo, la propietaria de la empresa donde trabaja amenaza con despedirle porque no quiere un guardia con «cara de presidente».
Además de la aparente liberalización política, el intento de aprovechar la imagen del presidente con fines publicitarios demuestra su creciente popularidad. Hasta hace poco, el monopolio de dar el nombre a algunos artículos lo tenía Putin. Tener en el escaparate un producto de la «línea Putin» era como enarbolar la bandera nacional. Pero no solo se trata de malsano patriotismo. El culto al primer ministro tiene una sólida base comercial. Putin y los servicios especiales son las dos marcas registradas que mejor se venden en un país que solo hace 17 años detestaba el legado del temeroso Stalin.
A pesar de que Putin, a diferencia de su predecesor, Boris Yeltsin, es un hombre sobrio, hay un vodka muy popular que se llama Putinka. Han aparecido también líneas enteras de productos de alimentación que llevan en la etiqueta el nombre del primer ministro, así como la espada y el escudo, símbolos de los servicios especiales comunistas. Lo curioso es que casi a nadie le sorprende.
En teoría, el primer ministro podría demandar a quienes explotan su nombre descaradamente. Pero nadie lo entendería. Significaría ir contra corriente en un país que adora a su líder hasta pedirle que regrese al poder como presidente en el 2012. el periodico.com

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