EL RESTAURANTE MÁS ANTIGUO DEL MUNDO



 . . . . . está en Madrid - 

¿Qué tienen en común personajes como Goya, Hemingway, Pérez Galdós y Truman Capote? Además de su genialidad, los cuatro estuvieron presentes o citaron en sus obras al restaurante más antiguo del mundo según el Libro Guinness de los Récords: el Botín, situado en la madrileña calle de Cuchilleros y abierto al público desde el año 1725.

El afamado local fue fundado por el francés Jean Botin, quién contrajo matrimonio con una asturiana y tras ello fijó su residencia en España. Al fallecer la pareja sin descendencia, el negocio lo herederaron sus sobrinos. Ya en 1930, la propiedad del local pasó a la familia González Martín quien todavía regentan el local en la actualidad.

«Desde entonces nos hemos sucedido tres generaciones al frente », explica a ABC el encargado, Antonio González. La característica que hemos seguido siempre es la autenticidad. Se trata del mismo edificio que antaño, en el que hemos acometido una amalgama de reformas», añade.

«El horno no se ha apagado desde que comenzó a funcionar»
De los 286 años de historia de la casa se desprenden multitud de anécdotas. En un principio, Botín no era un restaurante al uso tal y como lo conocemos hoy en día. En el siglo XVI, los clientes llevaban su propia comida para asarla en el restaurante ya que los carniceros de la época calificaban de intruisismo que se sirviera carne directamente.
Durante la Guerra Civil, nunca se cerró y siguió abierto con el «abuelo Emilio» al frente, tal y como explica su nieto Antonio González. En la parte exterior, uno de los balcones muestra «heridas» de batalla con una de las rejas dobladas a causa de la metralla.

«La continuidad de apertura en el tiempo era una de las condiciones que nos imponían para entrar en el Guinness». La idea de solicitar el galardón no nació de los dueños, sino de un jubilado inglés asiduo al local. «Los miembros del comité investigaron por su cuenta y en 1986 nos dieron a nosotros la distinción en vez de a un restaurante de París», explica el actual encargado.

El principal testigo de la continuidad del Botín es su horno original, que moldeado ya por el peso de los años, sigue asando con leña de encina la exquisita carne de cochinillo y cordero incluida en la carta. «El horno no se ha apagado desde que comenzó a funcionar. Las brasas están encendidas 24 horas tras 24 horas», explica Javier Sánchez, subdirector del restaurante.

Un mesón literario
Uno de los grandes amantes del cochinillo de la casa fue el escritor Ernest Hemingway, quien pasaba horas en la misma mesa y que cita al mesón madrileño en su novela «Fiesta». Pero Hemingway no fue el único. Otros grandes novelistas estadounidenses como John Dos Passos, Truman Capote o F. Scott Fitzgerald hablaron de él en sus obras. En España, autores como Pérez Galdós o Ramón Gómez de la Serna también dedicaron unas líneas al, también, local más literario.

Hemingway pasaba horas en el restaurante
El Libro Guinnes de los Récords da por hecho que Francisco de Goya trabajó allí como friegaplatos cuando era aprendiz de pintor y todavía no había ingresado en la corte del Rey. «La historia es más que probable porque Goya trabajó como lavaplatos en la zona durante sl siglo XVIII, pero todavía no he encontrado los documentos suficientes para acreditarlo», puntualiza Antonio González, encargado del Botín.
Entre todas las anécdotas de casi tres siglos de historia, González se queda con una. Explica emocionado que Ingrid Betancourt le relató tras ser liberada que cuando estaba en la selva «fantaseaba con el proyecto de comer un cochinillo en el Botín cuando quedara en libertad». «Es una de esas anécdotas que te llegan», explica González. ABC.ES

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