PICARESCAS PARA NO PAGAR EL BILLETE DEL METRO


La notable subida del precio del transporte público en el Área Metropolitana de Barcelona ha despertado ya iniciativas que aúnan reivindicación y picaresca. Dos de ellas son la asociación Memetro y la campaña T-11 de la FAVB.

Memetro es "la primera mutua que paga multas del metro de forma colectiva en la ciudad de Barcelona y cercanías", según sus propias palabras. Hasta febrero no empezará a funcionar y a registrar socios, pero ya cuenta con una lista de espera de unas 500 personas y gana adeptos cada día vía Facebook, Twitter y una web propia muy elaborada. En ella juegan con la ambigüedad para definirse como una "asociación cultural sin ánimo de lucro, formada en su mayoría por afectados por el trastorno de la memoria conocido como Memetro", una palabra inventada a base de cruzar "Meme", "metro", "me meto" y el título de la película Memento (2000).

"Memetro es un tipo trastorno de la memoria, durante el cual el individuo es incapaz de recordar que según la normativa vigente hay que pagar el billete de tren o metro. Puede deberse a un mecanismo de defensa tras un evento traumático, casi siempre relacionado con la abusiva subida de precios anual o el mal funcionamiento de las instalaciones", anuncian en la página. "Cada año aumentan los casos en usuarios de todas las edades registrándose en 2010 una media de 136 multas diarias debidas a este trastorno en la ciudad de Barcelona", advierten en segundas.

Para "apoyar a los afectados" invertirán la cuota mensual de los socios (7 euros) en sufragar colectivamente las posibles sanciones que reciban por viajar sin billete, que ascienden a 50 euros (25 si se paga al momento). Para que el fondo común no se agote enseguida, han desarrollado una aplicación para móviles que advertirá a tiempo real dónde hay revisores, aunque de momento ya lanzan avisos a través de twitter. David, que ejerce de portavoz de Memetro, avanza a LaVanguardia.com que también permitirá localizar "billetes perdidos" por los usuarios multados, para reclamar la sanción y anularla. También puntuaran a los "afectados de Memetro" que menos multas acaparen con descuentos en la cuota o camisetas, "para premiar a los que aprenden a vivir con la enfermedad de forma sostenible económicamente".

Quizá lo más surrealista es que a finales de año recibieron el premio de la Sala d’Art Jove de la Secretaria de Joventut de la Generalitat, con una dotación de 800 euros. Un jurado valoró los "proyectos artísticos digitales" recibidos, entre los cuales Memetro, que explicó sus objetivos con este mismo lenguaje ambiguo. "Dedicaremos 400 euros al fondo para pagar multas y 400 a un corto que divulgue nuestra síndrome", responde divertido David. "Estamos haciendo reuniones con gente de la Sala d’Art Jove sobre el desarrollo del proyecto", explica. "Somos una asociación registrada y legalizada y el proyecto está muy pensado e incluso asesorado por abogados, no es ninguna tontería", defiende. También abrirán una vía para recibir donativos de "personas que no sufren Memetro pero sí tienen amigos afectados o se sienten solidarios con la causa". Ahora lo llevan entre cuatro o cinco, "pero cuando ya haya socios legales haremos asambleas de afectados y nos repartiremos las tareas", remacha.

La Federación de Asociaciones de Vecinos de Barcelona (FAVB) ha lanzado esta semana una campaña llamada T-11 para fomentar el aprovechamiento máximo de los abonos de transporte y a la vez reivindicar la inconveniencia de la subida de precios ahora que las economías familiares están de vacas flacas. Un blog explica los detalles de la propuesta y en sólo tres días ha recibido más de 120.000 visitas. "Está teniendo un éxito extraordinario, ha corrido solo porque a la gente le interesa, se lo recomiendan por la red y por boca-oreja", valora Josep Maria Soler, vocal de Movilidad de la entidad.

La T-11 es una tarjeta "imaginaria" que permitiría hacer un viaje extra, pero no a su propietario sino a otro viajero. Al realizar el décimo trayecto, si ha tenido una duración inferior al máximo permitido (una hora y quince minutos) y no se han realizado más de dos trasbordos, el titular ofrecería su tarjeta agotada a otro viajero, que aún podría utilizarla como si se tratara de un enlace más entre modalidades de transporte. Por ejemplo, si el décimo viaje ha sido utilizado en el autobús número 34, el undécimo puede realizarse en cualquier otro autobús que no sea el 34 y en toda la red de metro, ferrocarriles, tranvías y trenes de cercanías.

Para no tener que ir preguntando a todos los viajeros si desean aprovechar el undécimo, la FAVB propone dejar las T-10 agotadas sujetas a las marquesinas de información de TMB, como por ejemplo las que hay en la mayoría de paradas de bus. Esa señal indicaría que la tarjeta es reutilizable por un trayecto más y la última impresión en el reverso permitiría identificar en qué autobús fue validada por última vez.

También proponen una versión más sofisticada de la T-11: la T-20. Se trataría del mismo concepto, exprimir la duración máxima del trayecto, pero en este caso en los 10 trayectos del abono. Para ello habrá que buscar a otro usuario con quien regularmente se coincida llegando y marchándose a la misma hora, por ejemplo, en los cambios de turno de muchas empresas o entre amigos y familiares.

Por ahora la FAVB no ha podido verificar cuánta gente aplica su propuesta, "quizá porque lleva sólo tres días y las T-10 tardan un poco más en agotarse", explica Soler. Sin embargo, se muestra convencido que la gran difusión de la información ya permite cumplir con uno de los dos objetivos, "porque a parte de abaratar el coste de la tarjeta, representa un toque de atención a la ATM, una señal para que se dé cuenta que ha cometido un grave error con una subida tan abusiva de las tarifas en pleno recorte del servicio". La T-10, el título más utilizado de la ciudad, ha subido un euro, hasta alcanzar los 9’25 euros (+12%).

La compra de abonos antes del cambio de tarifas, "normal"
Pese a que afirman no tener aún las cifras, "la venta de abonos de transporte este diciembre ha aumentado un poco respecto al resto de meses pero de forma muy similar a los meses de diciembre de los últimos años", han asegurado fuentes de la Autoritat del Transport Metropolità (ATM) a LaVanguardia.com. La ATM; pues, juzga "normal" el incremento antes del cambio tarifario, porque "siempre hay una cierta acaparación, aunque no excesiva".

Como ya divulgamos en diciembre, los títulos caducan dos meses después del cambio de tarifas, así que este 2012, por ser bisiesto, caducarán el 29 de febrero. La única excepción serán los abonos trimestrales (T-Jove, T-Trimestre), que lógicamente pueden usarse durante los tres primeros meses del año enteros y por lo tanto no caducan hasta el 31 de marzo (siempre que se hayan estrenado dentro de los dos meses de plazo normal). En caso de llegar a la fecha de caducidad del abono y no haberlo estrenado aún, podrá cambiarse por otro de igual características en los Centros de Atención al Cliente de la red TMB hasta el 30 de junio. Eso sí, habrá que abonar la diferencia de precio si la tarifa del título en cuestión ha subido. LAVANGUARDIA.ES

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