Un sabotaje en el sistema de iluminaciĆ³n deja en la calle a 10.000 personas, que llegaron a pagar hasta 75 euros para ver al Rayo Vallecano contra el Real Madrid
El partido no se va a jugar en ninguna parte. La lluvia, que tanto temĆa RaĆŗl MartĆn Presa, el presidente del Rayo, no va a perjudicar a sus futbolistas.
Son las 22.10 horas de la noche cuando empiezo a escribir este relato que no es la crĆ³nica del partido que pensaba hacer. Acaba de llamarme mi padre, que regresa a casa y que habĆa pagado 75 euros por una entrada.
Tiene esas manĆas y una pensiĆ³n que, al menos, por ahora, le permite hacer estas cosas. Nadie le ha devuelto el dinero. Tampoco se ha acercado a la taquilla a reclamarlo, porque habĆa demasiada gente, demasiada tensiĆ³n y demasiada furia.
Y el caso es que Ć©l tambiĆ©n ha realizado un viaje absurdo desde la estaciĆ³n de Metro de Colombia, donde vive, hasta la de Portazgo, en la que se ubica el estadio del Rayo.
Pero no es ninguna excepciĆ³n. SĆ³lo es uno mĆ”s de una manada de aficionados que se han repartido durante hora y media en la Avenida de la Albufera, en la calle Payaso FofĆ³, sometidos al impacto de la lluvia y de una noche que, como pasa en las pelĆculas de suspense, no ha podido defenderse del sabotaje. El partido no se ha jugado. El desorden ha sido infinito.
"Ahora, hay que hacer cola de espanto para entrar en el Metro", me explica mientras se escuchan los cĆ”nticos de los 10.000 aficionados que han ocupado la calle, las protestas frente a las taquillas, las hojas de reclamaciones mojadas por el agua. Las quejas son como un leit motiv: "MaƱana, trabajo y no puedo venir al fĆŗtbol".
Afortunadamente, mi padre no tiene ese problema. Sus dĆas estĆ”n libres, como los de los jubilados, pero molesta. HabĆa ido al fĆŗtbol, no al cine. "AĆŗn no me he tomado el bocadillo que me habĆa preparado tu madre". Y, en realidad, no se sabe lo que ha pasado. SĆ³lo se sabe que, despuĆ©s de meses, ha vuelto a llover en Madrid. Sin el permiso de nadie, Spiderman ha aterrizado en la capital. Se ha apropiado de uno de sus puntos neurĆ”lgicos y ha realizado "un atentado contra nuestro estadio", segĆŗn RaĆŗl MartĆn Presa, presidente del Rayo, que relatĆ³ un guiĆ³n enfermizo.
El Rayo se niega a jugar este lunes a las cinco, pero el Madrid dice que no tiene otra fecha
Al parecer, un tipo/s misterioso/s se ha subido a la cubierta del estadio y ha cortado los cables uno a uno lo que ha dejado a Vallecas en penumbra. Y, naturalmente, ha provocado algo mĆ”s que el enfado de la delegada del Gobierno en Madrid, Cristina Cifuentes, que acudiĆ³ bien elegante. La mujer estuvo prĆ³xima al ridĆculo a las nueve menos cuarto cuando anunciĆ³ que ese partido se iba a jugar.
Una pregunta: ¿cĆ³mo fue posible esa desinformaciĆ³n? A esa misma hora, Paco JĆ©mez, el entrenador del Rayo, andaba diciendo a sus jugadores que no iba a ver partido. Era imposible. El problema era enorme. La noticia, veinte minutos despuĆ©s, llegĆ³ por fin a oĆdos de Cifuentes. Su discurso ya fue otro: "No ha sido posible solucionar la averĆa", reconociĆ³, al fin. "Parece ser que se trata de un sabotaje. La lĆnea elĆ©ctrica se ha cortado por varios puntos y el partido no se celebrarĆ” hasta que la averĆa estĆ© reparada".
Los jugadores del Rayo, vestidos de calle
Mi ordenador, afortunadamente, estĆ” libre de males, asĆ que continĆŗo con mi relato a las 22.25. A esta hora, los jugadores del Madrid siguen calentando en el cĆ©sped para estirar las piernas. Los del Rayo, sin embargo, ya estĆ”n vestidos de calle y, a diferencia de mi padre, tienen los coches esperando en el aparcamiento. Pero la sensaciĆ³n de extraƱeza es la misma. AquĆ no se salva nadie de hacer preguntas absurdas. ¿CĆ³mo ha podido suceder esto? ¿Acaso estoy es una historia real?
El tĆ©cnico del Rayo Paco JĆ©mez tampoco da crĆ©dito. "Nos vamos a casa a descansar; bueno, a descansar no, que no estamos cansados". Aunque sĆ³lo fĆsicamente, porque Paco tiene pinta de estar agotado de hacer y contestar preguntas, aunque, eso sĆ, no acepta bajo ningĆŗn concepto que el partido pueda jugarse el lunes a las cinco de la tarde. "Imposible, entonces no podrĆan venir nuestros aficionados". Otra cosa es Mourinho, que sĆ estĆ” dispuesto a jugar a esa hora en la que habrĆa luz natural y no importarĆa que el problema no se hubiese solucionado todavĆa. El discurso de Pardeza, uno de sus directores deportivos del Madrid, lo avisĆ³ bien rĆ”pido: "No tenemos otra fecha".
Vallecas ya se va vaciando. El mĆ³vil de mi padre ya estĆ” fuera de cobertura, supongo que en un vagĆ³n de Metro atestado de gente. Los jugadores del Madrid tambiĆ©n acaban de marcharse y RaĆŗl MartĆn Presa, el presidente del Rayo, tiene una pinta de agobio bestial. Ćl no habla de sabotaje, "sino de un atentado" y no se cansa de pedir disculpas, pero, naturalmente, se niega a que el partido puede jugarse, como quiere el Madrid, a las cinco de la tarde. "¿Y nuestros aficionados?"
La vida no estĆ” como para pedir horas extra para ir al fĆŗtbol. Pero lo cierto es que a las once menos diez de la noche, cuando la lluvia ya se ha calmado en Vallecas, la incertidumbre pesa como una losa. La averĆa es importante y no se sabe si podrĆa solucionarse para el lunes a las ocho, que es la primera hora que habĆa establecido la FederaciĆ³n. AsĆ que a MartĆn Presa no le queda otro remedio que seguir atendiendo a los periodistas, a sus preguntas incisivas.
"¿CĆ³mo vamos a saber quien ha sido", replica MartĆn Presa. "En las cubiertas no hay cĆ”maras ni en el estadio del Rayo ni en las de ningĆŗn otro del mundo". AsĆ que no serĆ” fĆ”cil capturar a ese misterioso Spiderman, que ha provocado que esta noche se haya convertido en una perdida de tiempo. Incluso, para los jubilados...PUBLICO.ES
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