El aroma a fritanga está muy mal olido en la sociedad. Normalmente se le asocia con bares sórdidos que cambian el aceite más o menos cuando cambian el del coche y con sensaciones digestivas un tanto indeseables, como los ardores, la implosión estomacal y los gritos del hígado exigiendo la prejubilación.
Pero el caso es que a la gente le gusta el pollo frito. Y crear esas luchas internas forma parte del encanto de la comida. Así que impregnar la casa de su aroma gracias a la vela aromática de Kentucky for Kentucky no puede ser tan mala idea. Hey, por lo menos da la sensación de que has cocinado algo.
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