“Una vida modesta y tranquila trae más felicidad que la persecución del éxito combinada con una constante inquietud”. Es la breve frase en alemán que Albert Einstein escribió en 1922 y regaló a un mensajero a modo de propina durante un viaje a Japón, como muestra de gratitud hacia el trabajador, dada la reticencia cultural de los japoneses a aceptar propinas.
El manuscrito acaba de ser vendido por 1,56 millones de dólares en una subasta celebrada el pasado 19 de octubre en Jerusalén. El precio estimado de venta estaba en la horquilla entre 5.000 y 8.000 dólares, según la página web de la casa de subastas Winner’s Auctions and Exhibitions, pero durante la puja se produjo una inusitada escalada de ofertas y el precio final superó el millón y medio de dólares. El ganador, como suele suceder en estos casos, era un ofertante anónimo que intervino por teléfono.
Una segunda nota firmada por Einstein también alcanzó un precio astronómico: 240.000 dólares, cuando su máximo estimado era de 6.000, según informa The Washington Post.
En noviembre de 1922, Einstein estaba viajando por Europa y Japón, con motivo de una serie de conferencias por las que recibió 2.000 libras de su editor japonés, según recoge la biografía del genio ‘Einstein: His Life and Universe’. Durante aquel periplo, el científico de 43 años recibió la noticia de la concesión del Premio Nobel Física en reconocimento por sus contribuciones a las teorías físicas.
Las noticias sobre el prestigioso galardón llegaron rápidamente a Japón, y miles de personas trataron de acercarse a Einstein para ver de cerca al laureado Nobel. Impresionado, pero también avergonzado por aquella repentina fama -escribe Rachel Siegel-, Einstein intentó dejar constancia de sus sentimientos y pensamientos desde su reclusión en el Hotel Imperial de Tokio.
Foto: Museo Eizaburo Nishibori.
Cuando un mensajero llegó al hotel con un envío, Einstein intentó darle una propina, que el hombre rechazó, siguiendo la tradición japonesa. Entonces, el científico alemán escribió sendas notas con sus pensamientos en unas hojas de papel y se las regaló al trabajador con estas palabra: “Si tienes suerte, algún día estos papeles valdrán más que unas monedas”.
Dicho y hecho: puede que el mensajero no se haya beneficiado directamente de aquel autógrafo pero todo es relativo: sus herederos recibirán casi dos millones de dólares un siglo después de aquel instante.
Con información de The Washington Post.
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