El pueblo de Tyneham ha permanecido congelado en el tiempo durante los últimos 75 años. Esta pequeña aldea, en la costa sur de Inglaterra, cerca de la bahía Worbarrow, durante un tiempo fue un lugar idílico donde vivir. No había electricidad ni agua corriente pero tenía su propia iglesia, una escuela, granjas y varias casas de campo.
Un lugar tranquilo en la bonita campiña de Dorset, pero con el inicio de la Segunda Guerra Mundial fue abandonada. El motivo no fue otro que a causa de su proximidad con los campos de tiro de Lulworth, en la Navidad de 1943, el gobierno decidió reclamar el pueblo como campo de entrenamiento de las fuerzas aliadas.
225 personas tuvieron que abandonar sus casas a las que regresarían, supuestamente, una vez la guerra hubiese terminado. Lo cierto es que nunca volvieron, y el pueblo fue olvidado y abandonado hasta que, en los años setenta, el gobierno inglés decidió restaurarlo en honor a los que tuvieron que marcharse ‘por el bien de todos’.
Hoy en día se pueden visitar las ruinas de lo que una fue un pueblo vivo durante los fines de semana y en agosto. Solo dos edificios siguen intactos, la escuela y la iglesia, convertidos ahora en museos.
Pasear pos sus calles vacías ofrece una visión de cómo era la vida en este pequeño y pintoresco pueblo, y los paneles descoloridos con fotografías explican quién vivía allí.
0 Comentarios