Un unicornio que caga cremosos helados con los colores del arco iris, un príncipe sicalíptico que mira a la cámara con ojos libidinosos mientras devora la deyección del unicornio. Estos dos improbables personajes han sacado a la luz un problema que, como las hemorroides y directamente relacionado con aquel, sufren en silencio millones de personas: el estreñimiento.
El culpable no es otro que este, considerado uno de los grandes avances de la civilización sobre la barbarie:
¿Pero usted delira? ¿cómo puede hacernos mal el inodoro, el váter, el trono, ese mismo dispositivo en el que Bill y Melinda Gates están gastando millones para llevarlo a aquellas desdichadas zonas que aún no gozan de los avances de la higiene sanitaria?
Pues sí. El “roca” parte de un lamentable error de diseño de partida: la postura del caganer. El sanitario está diseñado para que caguemos sentados, exactamente igual que si estuviéramos en una silla. Esa apuesta por la comodidad es contraria a la postura de evacuación más natural del organismo humano, de cuclillas, es decir, con las rodillas por encima de la cintura y el recto a la altura de los pies.
El lisérgico vídeo del príncipe y el unicornio cagón explica nítidamente la diferencia entre cagar sentado y hacerlo de cuclillas. Aquí puedes ver la versión en castellano de este divertido y didáctico spot:

El vídeo es, en efecto, un anuncio de Squatty Poppy, un accesorio tan ingenioso como prescindible, en tanto el mismo efecto puede conseguirse con un taburete bajo o, mejor aún, sentándose de cuclillas sobre la taza del váter. Desde luego, no es la postura más cómoda para hacer de vientre, pero es que precisamente es la comodidad del inodoro el que provoca que prolonguemos innecesariamente el proceso de evacuación… hasta el punto de leernos El País Semanal durante el trámite. Hemorrides garantizadas,
La anatomía del cuerpo humano está diseñada para defecar en cuclillas porque permite un mejor ángulo entre el intestino grueso, el recto y el ano, por lo que las heces salen con mayor facilidad. “Es una posición más activa en la cual los esfínteres y suelo pélvico buscan equilibrio entre la presión abdominal y la presión del suelo pélvico”, señala en una entrevista con BBC Luis Barrio, director del Centro Anicca Terapia y Movimiento en Madrid.
Pero volvamos por un momento al Squatty Potty y su unicornio cagón. El audaz anuncio este rupturista artefacto fue lanzado en YouTube en noviembre de 2015 y a día de hoy ya supera los 100 millones de visionados. Al principio parecía una broma navideña con vocación de meme pero lo cierto es que la empresa familiar que lo lanzó lleva vendidos 5 millones de unidades (a 25 dólares la unidad, hagan cuentas), le han salido decenas de copias y está a punto de cotizar en bolsa. El sueño americano sobre un cremoso mojón.
Esos cinco millones de taburetes (insisto: no necesitas el Squatty Potty sino únicamente poner los pies en alto) no bastarían para solucionar la “epidemia” de estreñimiento que sufre España, donde entre el 12 y el 20% de la población -entre 5 y 9 millones de personas- sufren esta molestia, según los cálculos de la Fundación Española del Aparato Digestivo.
Una breve historia del inodoro
La empezamos a cagar el día que alguien inventó el inodoro. Aunque se tiene constancia de tronos en los que defecaban los faraones en el antiguo Egipto, la humanidad lleva milenios cagando en cuclillas y al aire libre (y limpiándose con una piedra). No fue hasta que empezamos a vivir en ciudades cuando el asunto de nuestros desperdicios orgánicos empezó a considerarse un problema de salud pública… y apareció el váter de asiento, evolución natural -aunque perniciosa- del agujero turco que sigue usándose en muchas latitudes.
El inodoro fue un invento de un noble inglés a finales del siglo XVI, escribe Alex Blasdel en The Guardiansi bien no fue hasta la industrialización de Inglaterra a mediados del siglo XIX que los váteres descendieron por la escala social hasta llegar al pueblo.
En consecuencia, resulta inevitable la asociación entre el inodoro y la civilización, en tanto el trono llegó al mismo tiempo que el agua corriente, el sistema de alcantarillado y otros muchos avances en la higiene de los ciudadanos.
Pero todo avance tiene su lado oscuro, y el inodoro trajo consigo un mal hasta entonces marginal entre los humanos: el estreñimiento y su inseparable compañero, las almorranas. Un fisoterapeuta del siglo XX describió el estreñimiento como “uno de los mayores problemas físicos de la raza blanca”. En su monumental estudio ‘The Bathroom‘ (1966), el arquitecto Alexander Kira catalogó el inodoro como “uno de los dispositivos más nocivos jamás diseñados”. El autor propone una serie de diseños alternativos que son un precedente directo del Squatty Potty, aunque sin unicornio.
Con información de BBCStramboticEl Confidencial y The Guardian.