Hay pocas cosas que unan más que coincidir en un parecido. Admitámoslo, cuando otra persona entona con nosotros al unísono el inevitable "es clavado" sabes que has encontrado a alguien especial, como diría Mia Wallace. Con Twitter esto pasa continuamente y, para muestra, los hilarantes Parecidos Razonables con los que nos deleitaba hasta hace unos meses Aquel Coche (@Aquel_Coche).
Pues bien, la red social ha vuelto a brindarnos uno de esos momentos desternillantes basados en la similitud más que evidente entre dos personas. En este caso, el presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, y un integrante de los amish llamado Sam Mullet. En esta ocasión el artífice del tuit ha sido el periodista gallego Xosé Manuel Pereiro, que afirmaba que la cara del segundo le sonaba:
Por el momento, el responsable del Ejecutivo gallego no ha trasladado su intención de dejar Galicia, cruzar el charco e integrarse en una comunidad amish, pero con el ajetreo que supone la vida de un político, seguramente estaría mucho más tranquilo con su pariente.
Indagando un poco en el perfil del doble de Feijóo, San Mullet, la sesión fotográfica que lo ha hecho saltar a la fama en España data de finales de 2011, cuando acaparó las portadas por ser el cabecilla de un grupo radical de amish que fueron juzgados al año siguiente por una serie de causas relacionadas con el odio.
Según varios medios estadounidenses, Mullet dirigía a este grupo disidente que se había trasladado en 1995 a las montañas del este de Ohio en lo que vendría a llamarse asentamiento Bergholz a raíz de varias disputas religiosas con otros miembros de la comunidad. En agosto de 2012 un total de 16 personas, nuestro protagonista incluido, se sentaron ante el tribunal de Cleveland.
Se les imputaban cargos de conspiración, manipulación de pruebas y obstrucción a la justicia. Mullet, que contaba por aquel entonces con 66 años y tenía 17 hijos, permitió que se dieran palizas a los que desobedecían sus normas, mantenía relaciones sexuales para "purificar" a las mujeres e, incluso, animó a sus seguidores a cortar la barba de los "pecadores", un acto considerado muy ofensivo para los amish, ya que los hombres se dejan crecer la barba en el momento en el que se casan. Vamos, todo un santo.
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