En la vida y por extensión en el mundo de la cerveza artesanal hay dos formas de encarar las situaciones complicadas. Rendirse es una, y la otra es al menos tratar de perseverar y luchar de forma pertinaz. Éste 2020 será recordado como un año muy duro, pero hay brewers y hosteleros que han sacado fuerzas de la extenuación para reinventarse.
Uno de esos ejemplos es la cerveza artesana La Vacuna. En el momento más crítico del confinamiento del estado de alerta, fuimos muchos los que retomamos el contacto con amigos a los que teníamos perdida la pista, o a los que antes podíamos ver y tocar. Éste fue el contexto en el que seis amigas de la infancia desperdigadas por el mundo (Bali, New York, París y Madrid) el chat con sus conversaciones tenía más tráfico que las circunvalaciones de Madrid. De ese particular brainstorming para intentar paliar los efectos económicos que estaba teniendo en la hostelería, surgió la idea de hacer unas camisetas con el lema ‘yo sobreviví al coronavirus’, y madurando más la idea al calor de las birras que compartían en esas llamadas, pensaron en una cerveza artesana. Mónica Prieto regenta junto a su marido una cervecería alemana en Madrid, y como co-creadora es la que nos cuenta más sobre La Vacuna.
Uno de los extras que añade más solidaridad a la compra de la Vacuna, es que cada botella dedica 20 céntimos a la Fundación AMÁS Empleo centrada en proyectos de inclusión laboral para personas con diversidad funcional. Fabricada por los cerveceros Click&Brew (fábrica colaborativa de cerveza de Lleida), la Vacuna es una German Pils, con maltas y lúpulos alemanes, algo que expresamente pidieron. La Lager tiene como peculiaridad el uso de zumo de pomelo natural.
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