SALSAS, PURÉS Y COÁGULOS: LOS ACTIVISTAS DESACTIVADOS DE SCIENTIST REBELLION



Vivimos días de un activismo climático diverso, pero los medios prestan más atención a las agresiones gastronómicas contra obras de arte que a otras. Se ha hablado sobradamente de la salsa de tomate contra un cuadro de Van Gogh, del puré de patatas contra un Monet (un puré muy mal cocinado, por cierto; demasiado líquido) y del pastel de chocolate contra la escultura de cera de Carlos III en el Museo Madame Tussauds.
En cambio se ha hablado menos de lo sucedido en Alemania, en Wolfsburgo, sede del Grupo Volkswagen. Una peña de activistas miembros de la organización Scientist Rebellion –nueve en total– se fueron a un concesionario de Porsche y pasearon por la sala donde la empresa exhibe los nuevos modelos a fin de que los clientes puedan escoger. Acto seguido se esparcieron pega por las manos y se las adhirieron al suelo, delante de los vehículos expuestos. Lo hicieron para exigir la descarbonización del sector automovilístico.
El encargado del concesionario no se atolondró. Los observó y los dejó tranquilos, ­pegados al cemento pulido. Cuando acabó la jornada laboral, apagó las luces y la calefacción, y sus trabajadores y él se fueron a casa. Cuando vieron que la cosa se alargaría, los protestones le pidieron una palangana “para hacer sus necesidades”, pero el encargado hizo como si oyera llover.


Dos noches se pasaron ahí, adheridos al suelo, porque los del concesionario no llamaron a la policía hasta 42 horas después. Acudieron unos cuantos agentes que desengancharon a los activistas, entre estos el líder del grupo, Gianluca Grimalda, que ahora se queja de que la inmovilización le ha provocado coágulos en la mano, coágulos que son “potencialmente mortales” –dice– y que podrían haberle dejado secuelas de por vida. Como si no fuese harto sabido que es sumamente recomendable que no vaya a por lana nadie que no quiera salir trasquilado. - lavanguardia - Quim Monzó.

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