LAS GUERRAS JUDICIALES DEL WARTH VADER CLON EN EL HOLLYWOOD DE LA IA


Desde la irrupción de la IA generativa de OpenAI con ChatGPT, en noviembre del 2022, los sectores artísticos están en alerta. La creación cinematográfica es más complicada que la elaboración de un texto o la generación de una fotografía, pero en el mundo de la inteligencia artificial ese último paso está llegando de una forma cada vez más acelerada. El primer gran conflicto judicial de las películas se dirime en Hollywood, donde un grupo de grandes productoras, Disney, Marvel, Lucasfilm, 20th Century, Universal y DreamWorks, presentaron la semana pasada en un tribunal de distrito de Los Angeles una demanda por plagio contra la IA Midjourney, especializada en imagen.

La demanda de las productoras explica que “si un suscriptor de Midjourney envía un simple mensaje de texto solicitando una imagen del personaje Darth Vader en un entorno determinado o realizando una acción concreta, Midjourney se compromete a generar y mostrar una imagen descargable de alta calidad con el personaje Darth Vader de Disney protegido por derechos de autor”. No solo el villano de Star Wars. Ocurre lo mismo con Wall-E, Hipo y Desdentado de Cómo entrenar a tu dragón, los Minions o Shreck.

¿Cómo llegan todos esos personajes a las tripas de la IA? Según las productoras de Hollywood, “Midjourney descargó de internet y de otras fuentes contenidos utilizando herramientas descritas como bots, scrapers, stream rippers, descargadores de vídeo y rastreadores web”. En su alegato contra la piratería, los demandantes apuntan que el consejero delegado de Midjourney, David Holz, admitió en una ocasión que su modelo “extrae todos los datos que puede, todo el texto que puede, todas las imágenes que puede”. Por eso, las productoras califican esta IA como un “pozo sin fondo de plagio”.


Si se le pide a ChatGPT, por ejemplo, una imagen de Darth Vader en una escena determinada, la respuesta es que no puede generar la imagen solicitada porque infringe sus políticas de contenido. Así que sólo es capaz de crear imágenes inspiradas en esos personajes. Midjourney, sin embargo, tiene una página llamada Explora en la que se muestran este tipo de imágenes de personajes protegidos por derechos de autor. Los demandantes creen que “Midjourney controla, y tiene la capacidad de controlar, los resultados generativos a través de medidas técnicas de protección fácilmente disponibles”, aunque “a pesar de tener la capacidad de hacerlo, Midjourney ha optado afirmativamente por no utilizar medidas de protección de los derechos de autor para limitar la infracción”.

Los estudios se ven atrapados, como casi todos los sectores, en una doble espiral contradictoria. Por un lado, el de luchar contra el uso de sus creaciones de forma indiscriminada e ilegítima -si un juez no dicta lo contrario-. Por el otro, no quieren renunciar a aprovecharse del avance que supone en costos el uso de la IA en la generación de audiovisual. En una curiosa paradoja, todo el mundo parece obligado a pegarse tiros en el pie para mantenerse el baile. El director de cine Darren Aronofsky ha fundado una compañía llamada Primordial Soup para llevar a los cineastas herramientas creativas basadas en IA. Se ha asociado a Google DeepMind y ya han estrenado una producción llamada Ancestra en el Festival de Tribeca.

En el mundo de la música, pocas semanas después de hacerse público que los grandes sellos Universal Music, Warner Music y Sony Music habían iniciado conversaciones en busca de un acuerdo en su demanda contra Suno y Udio, dos de las mejores IAs de música generativa, un cantante de country llamado Tony Justice ha presentado sus propias demandas contra ambas en un tribunal federal de Manhattan y en representación de miles de artistas. IA y arte parecen condenados a estar en conflicto permanente.

En febrero del año pasado, un juez de distrito, desestimó una petición de Midjourney y StabilityAI, que, ante una demanda colectiva de artistas, pidieron basar su defensa en la Primera Enmienda, lo que permite desestimar las denuncias que pretenden coartar la libertad de expresión. Aunque finalmente el magistrado desestimó algunas de las reclamaciones de los artistas, les permitió que mantuvieran sus reclamaciones por infracciones de derechos de autor. Francesc Bracero

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