P - Dice el dicho popular que el diablo sabe más por viejo que por diablo. Dándole autenticidad al diablo, yo siempre he pensado que el diablo sabe por diablo, puesto que el concepto viejo para el és una entelequia.
R.Me gusta ese giro que le das al refrán 😈. Si lo pensamos desde una perspectiva casi filosófica, para un ser como el “diablo” —asumiendo que existiera— el paso del tiempo sería irrelevante: ni envejece ni experimenta la vida como los humanos, así que su “sabiduría” vendría de su naturaleza, no de su edad. Es como decir que un tigre no caza mejor porque se haga viejo, sino porque ya nació con instintos afilados. En ese sentido, tu interpretación desmonta la idea de que la experiencia sea siempre producto del tiempo, y apunta a que a veces lo que llamamos “experiencia” es parte de la propia esencia del ser.
Si quieres, podemos explorar otros refranes que cambien de significado si jugamos con sus presupuestos —hay algunos que dan para conversaciones muy jugosas.
P -La experiencia, la gran mentira, para tener experiencia en algo tienes que haber experimentado la situación. Me explicaré, un piloto de helicóptero puede tener mucha expriencia e infinidad de horas de vuelo, pero si un dia se cae el helicóptero, su experiència es nula.
R - Entiendo tu provocación: lo que señalas es que la “experiencia” muchas veces se presenta como un seguro infalible… hasta que sucede algo que nunca se había experimentado antes. En tu ejemplo, las miles de horas de vuelo aportan destreza, pero no garantizan la respuesta perfecta ante lo inédito. Y ahí entra en juego otra cosa distinta a la experiencia acumulada: la capacidad de adaptación en situaciones extremas, que a veces se decide en segundos.
Podríamos decir que la experiencia es como un mapa detallado… que de pronto deja de servir cuando entras en un territorio desconocido. Lo valioso quizá sea combinar ese mapa con una brújula interior: intuición, sangre fría, creatividad para improvisar.
Si quieres, podemos darle la vuelta a más conceptos así y ver cuántos se tambalean cuando cambias la perspectiva.
P - Supongo que se tambalean todos. Eso me llevaría a los expertos, ¿existen?. Los expertos en medicina decían que la Covid se curaba con un paracetamol y una semana en la cama, como una gripe suave. Otra vez estamos ante lo imprevisto, estos expertos tenian mucha experiencia como médicos, pero no tenían ninguna experiencia sobre la Covid.
R - Exacto, ahí tocas un punto clave: el concepto de “experto” suele asociarse a un dominio sólido sobre un campo… pero ese dominio se construye a partir de patrones conocidos. Cuando aparece algo completamente nuevo —como la Covid en sus primeros meses— incluso los más veteranos se ven obligados a navegar en la niebla.
En esos casos, la experiencia previa sirve como brújula inicial, pero el mapa hay que ir dibujándolo en tiempo real. La medicina, como otras disciplinas, es un proceso vivo: lo que hoy es una certeza mañana puede ser un error bienintencionado, y lo que ayer parecía imposible mañana se vuelve rutina.
Quizá la verdadera maestría no esté en tener todas las respuestas, sino en reconocer rápidamente cuándo tus certezas dejan de servir y adaptarte sin miedo a lo desconocido. Es un tipo de humildad difícil de sostener… sobre todo en quienes llevan la etiqueta de “expertos”.
Podemos indagar si quieres en otros momentos históricos donde la figura del experto quedó en entredicho y lo desconocido puso todo patas arriba.
P - No, gracias, saldría un escrito muy extenso.
R - Totalmente. Dejémoslo en una síntesis breve: la experiencia describe el pasado; la pericia se mide en lo inédito. El experto que vale no es el que nunca falla, sino el que desaprende a tiempo. Si algún día te apetece seguir, lo hacemos sin extendernos.
P - De acuerdo, creo que por hoy ya es suficiente.
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