
La Fundació Miró abre la mayor exposición de la artista suiza en España
Sus obras sumergen al espectador en un entorno de paz y felicidad similar al del útero materno
«No tengo miedo de que me tilden de escapista –decía ayer la creadora–. Otros artistas se centran en lo negativo y tienen obras buenísimas, pero a mí me gusta utilizar la alegría y la bondad en contraste con el dolor cotidiano. Quiero provocar sensaciones como las que tuvimos en el vientre de nuestras madres».
En manos de Pipilotti Rist, el arte contemporáneo deja de sentirse como una bofetada para convertirse en caricia. En palabras de Martina Millà, jefa de proyectos de la Fundació Miró, «Rist nos permite redescubrir el potencial del arte contemporáneo y reconciliarnos con él».
La pieza más antigua de la exposición, Sorbe mi océano (1996), es una de las más conocidas. Sentado en mullidos cojines, el espectador se deja envolver por las imágenes que se proyectan sobre dos paredes en ángulo, un mundo subacuático encarado que refleja el universo de la pareja al ritmo del éxito de Chris Isaak I wanna fall in love. Canta la propia Pipilotti que, antes de hacer vídeos, formó parte de una banda.
Depresión y maternidad
La mayoría de piezas son ya de este siglo, surgidas tras una fuerte depresión y una maternidad que hicieron añicos las ideas políticas de la creadora y cambiaron su relación con el mundo. Las obras más nuevas son dos piezas producidas este año especialmente para esta exposición: Tiempo libre y Doble luz. Esta última consiste en una doble proyección de colores psicodélicos que acaricia la piel de la escultura Femme (Mujer) de Miró. El coleccionista Han Nefkens ha donado esta obra a la Fundació.
Precisamente en Doble luz aparece el único pene de una exposición donde reina el cuerpo femenino, incluidos los pelos de vulva aumentados en El móvil de Gina. La perspectiva femenina, que la artista no atribuye solo a las mujeres, es una constante en su obra, muy influida por el feminismo, aunque ella solo lo reconozca en privado.
Pipilotti Rist enseña a ver las cosas de otra manera. Hagan la prueba. Visiten la exposición y, a la salida, seguro que tendrán ganas de llamar a esos amigos con los que hace tiempo que no se hablan. EL PERIODICO.-
Sus obras sumergen al espectador en un entorno de paz y felicidad similar al del útero materno
«No tengo miedo de que me tilden de escapista –decía ayer la creadora–. Otros artistas se centran en lo negativo y tienen obras buenísimas, pero a mí me gusta utilizar la alegría y la bondad en contraste con el dolor cotidiano. Quiero provocar sensaciones como las que tuvimos en el vientre de nuestras madres».
En manos de Pipilotti Rist, el arte contemporáneo deja de sentirse como una bofetada para convertirse en caricia. En palabras de Martina Millà, jefa de proyectos de la Fundació Miró, «Rist nos permite redescubrir el potencial del arte contemporáneo y reconciliarnos con él».
La pieza más antigua de la exposición, Sorbe mi océano (1996), es una de las más conocidas. Sentado en mullidos cojines, el espectador se deja envolver por las imágenes que se proyectan sobre dos paredes en ángulo, un mundo subacuático encarado que refleja el universo de la pareja al ritmo del éxito de Chris Isaak I wanna fall in love. Canta la propia Pipilotti que, antes de hacer vídeos, formó parte de una banda.
Depresión y maternidad
La mayoría de piezas son ya de este siglo, surgidas tras una fuerte depresión y una maternidad que hicieron añicos las ideas políticas de la creadora y cambiaron su relación con el mundo. Las obras más nuevas son dos piezas producidas este año especialmente para esta exposición: Tiempo libre y Doble luz. Esta última consiste en una doble proyección de colores psicodélicos que acaricia la piel de la escultura Femme (Mujer) de Miró. El coleccionista Han Nefkens ha donado esta obra a la Fundació.
Precisamente en Doble luz aparece el único pene de una exposición donde reina el cuerpo femenino, incluidos los pelos de vulva aumentados en El móvil de Gina. La perspectiva femenina, que la artista no atribuye solo a las mujeres, es una constante en su obra, muy influida por el feminismo, aunque ella solo lo reconozca en privado.
Pipilotti Rist enseña a ver las cosas de otra manera. Hagan la prueba. Visiten la exposición y, a la salida, seguro que tendrán ganas de llamar a esos amigos con los que hace tiempo que no se hablan. EL PERIODICO.-
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