Aún no ha decidido qué libros se llevará. . .


. . . de vacaciones para luego no leerlos -


- Año tras año, Germán Mallol espera el verano con ansia para dedicarse a la que, según él, es su mayor afición: leer. “Ya sea en la playa junto a la sombrilla, en una hamaca o en el sofá de casa, lo suyo es abrir una cervecita y dejar volar la imaginación para estar en lugares insospechados y conocer a compañeros de viaje inolvidables que luego permanecerán en mi recuerdo toda mi vida”, dice poniéndose épico y mirando al infinito aún siendo consciente de que, como cada año, probablemente no pase de la página siete. A día de hoy, todavía no ha decidido con qué libros engordará su maleta y eso que ya ha visitado varias veces la librería del barrio. “Como nunca sé qué llevarme cogeré varios. Y los quiero bien gordotes porque, como tengo tiempo y voy a leer mucho, si los cojo finos no me duran nada. Quiero algo entretenido pero con enjundia. Fresco pero a la vez constructivo”, explica Germán mientras revisa la contracubierta de la edición castellana de los discursos completos de Churchill. Su mujer asegura que luego, en la playa o en la piscina, cuando Germán abre el libro lo que hace es mirar el paisaje o arrancarse costras. “Se pasa el rato diciendo ‘Qué gustazo poder estar leyendo aquí, ajeno a todo, sin Internet y sin tele’, pero lo que es leer, nada. Sólo habla del tema, de lo bien que se lo pasa leyendo, pero no se pone a ello”. A la esposa de Mallol lo que más le enerva no es que Germán no lea, sino que cada verano tenga que comprar libros nuevos. “Lo normal, digo yo, es que este verano se lleve los del anterior, que los tiene sin leer”, se queja. “Asumo que tengamos que meter los librotes en la maleta para nada, pero al menos que no se gaste el dinero”, insiste. ELMUNDOTODAY.COM
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