DE LA BASURA TAMBIÉN SE RECICLA.... PARA COMER


179 kilos por persona cada año. Esa es la cantidad de comida que cada ciudadano de la UE tira a la basura. Más que tirar, que desecha sin reciclar. Eso es lo que reivindica el colectivo 'freegan', muy potente en Europa y recién aterrizado en España.

Hasta aquí bien. Los 'peros' surgen en su 'modus operandi', porque no es lo mismo recuperar comida a punto de caducar pero con su envoltorio, que rebuscar en los contenedores. Sobre esto último es imposible pensar sin que circulen por nuestra mente los microbios, la suciedad y los gérmenes.

Ahí radica la novedad y la fuerza del colectivo 'freegan' cuyo sustento básico son los alimentos recuperados de la basura de las grandes superficies y los centros comerciales. Residuos desechados por la fecha de caducidad estándar, pero válidos, desde el punto de vista sanitario, para una segunda lectura, en este caso digestión.

En definitiva productos menos bonitos, brillantes y exuberantes para su comercialización, pero libres de generar trastornos gastrointestinales. Una especie de segunda vida alimenticia en tiempos en los que los recursos empiezan a escasear incluso en el manido primer mundo. Especialmente frutas y verduras vendidas sin envasar.

Como reconoce Luis Tamayo, del 'colectivo invernadero de Lavapiés', 'free' viene de 'libre' y 'gan' de vegano, y tratan de liberar los excedentes de alimentos vegetarianos que, sencillamente, se tiran a la basura. Productos que minutos antes "resplandecían en una balda de supermercado y por los cuales hubiéramos estado dispuestos a pagar dinero".

Consumo irresponsable

El colectivo tiene un espíritu más reivindicativo que otra cosa por lo que evita acercarse a zonas de mucha aglomeración donde hay gente que realmente rebusca entre este tipo de basuras por simple y pura necesidad. Su idea es más la de concienciar del consumo irresponsable e insostenible de la sociedad actual. Cualquier género de duda, como aseguran, desaparece cuando después de lavar meticulosamente los productos, se cocinan y se comparten con amigos.

En su lucha por la concienciación, el colectivo no solo no quiere que "se libere de arquetipos a quienes recuperan esa comida, sino que buscan que la vergüenza la pasen quienes despilfarran esas cantidades de comida aptas para el consumo.

Para ello ya han conseguido un altavoz político como el de Equo cuyos representantes quieren llevar la iniciativa hasta el Parlamento Europeo para trasladar la vergüenza social de quienes buscan la comida a quienes la desechan. LAVANGUARDIA.ES

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