Rodeada de autopistas y envuelta en un halo de misterio, la historia de Stott Hall, la única granja del Reino Unido situada en una isla en medio del asfalto, es más prosaica de lo que muchos creen. Miles de conductores pasan todos los días por delante de Stott Hall, una granja solitaria que ha quedado como una isla entre dos calzadas de la autovía M62 cerca de Manchester, en el norte de Inglaterra. Son muchos los que se preguntan por qué las autoridades dejaron esta casa, aún habitada, en medio de las dos calzadas en lugar de demolerla o circunvalarla. ¿Fue a causa de la obstinación del propietario, que rechazó la recompensa por su patrimonio y obligó a los constructores de la autopista a respetar sus derechos?
Quienes conocen un poco la historia de la granja son aún más propensos a dar un tinte romántico a la presencia de la casa en tan insólito lugar. Los agricultores de esta área de los montes Peninos protestaron ya en los años 1930 contra el proyecto de carretera que tenía que comunicar las ciudades inglesas de Liverpool y Hull a través de Manchester y Leeds, y aunque la mayoría de ellos finalmente claudicaron y abandonaron sus hogares, el propietario de Stott Hall no cejó en su empeño y se quedó viviendo en su granja.
La televisión británica mostró un documental sobre esta insólita casa, construida en el siglo XVIII, pero presentó los hechos con exageraciones y encima parecía querer relacionar su presencia con los numerosos accidentes de tráfico fatales ocurridos en el tramo de la autopista cercano a la granja.
Mientras tanto, los archivos de grabaciones audiovisuales del Reino Unido guardaban un filme con un testimonio del propietario de la casa, Ken Wild, revela el periódico 'Daily Mail'. En la grabación, de 1983, el granjero declaró al reportero: "Parecía que tendríamos que mudarnos, pero los ingenieros averiguaron que no podían trazar seis carriles juntos". El motivo era que el terreno alrededor de la casa era demasiado escarpado, lo que imposibilitaba construir seis carriles de carretera, explicó.
Es más, fue el padre de Wild quien decidió comprar la finca en 1934, cuando el primer proyecto de la carretera entre Liverpool y Hull ya había sido aprobado. Aquellos planes dividían en dos las 28 hectáreas de la finca, de manera que la decisión de vivir en una casa situada entre el asfalto fue tomada a consciencia.
Wild murió en 1994 y su viuda, cansada de ver camiones y coches volcados sobre sus tierras, vendió la histórica casa a otra familia. Sin embargo, los nuevos dueños eran plenamente conscientes de lo que compraban y aseguran ser felices con su propiedad, dividida por la autopista en dos partes grandes y una pequeña isla entre ellas. RT.COM
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