EN CHIRIGODÓ, UN FARAÓN ANTIOQUEÑO ESPERA LA MUERTE CON UN SACÓRFAGO


Algunos creen que Ramsés Escobar, el único notario de esa población del Urabá antiqueño, perdió el juicio o la razón, porque parece vivir un sueño de otro mundo. Es un amante, que raya con la obsesión, de la historia egipcia. 
“Uno tiene que manejarse muy bien mientras esté vivo, porque uno muerto dura mucho”, dijo a Noticias Uno el controvertido funcionario que dice tener listo todo para cuando llegue el momento de su muerte. “Ese es el sarcófago de la concordia porque evita la discordia en la familia; y ya la familia sabe qué lo van a empacar a uno”, agregó Escobar quien atribuye a su padre el fervor por la cultura y los rituales egipcios. En su casa, en las afueras de Chigorodó, habitan 25 gatos (el animal sagrado de los faraones) y los trabajadores visten trajes de colores imitando a los sirvientes milenarios de los antiguos señores del desierto. ¡
“Al principio sí sentía esa sensación de miedo de decir: Don Ramsés qué le pasa teniendo ese sarcófago, este ataúd en la casa”, manifestó al noticiero José Ricardo Ramírez, administrador de la finca ‘Los Faraones’. “A veces, cuando me despierto tarde voy y le doy un vistazo al sarcófago, lo toco, de pronto voy y me meto un ratico y me he pegado mis siestitas ahí muy sabrosas”, dijo Ramsés Escobar.

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