El imaginario navideño no sale de una controversia que se mete en otra. Más o menos apaciguada la de las dos madres de Dios del belén viviente de Vilavenut, llega la noticia de que en Cáceres hay una nueva. El martes, el Ay untamiento de la ciudad –en manos del PP con la colaboración inestimable de Vox– presentó el cartel de la cabalgata del próximo 5 de enero. Está el rey Melchor, está el rey Gaspar y, allí donde supuestamente tendría que estar el rey Baltasar, hay un señor con corona, sí, pero de piel blanca y pelo y barba pelirrojos. La concejal de Festejos lo presentó en una rueda de prensa donde dijo que será “una cabalgata más inclusiva y accesible que nunca”.
¿Qué ha pasado? Los partidos de la izquierda dicen que es un caso evidente de racismo. ¿Han arrinconado al rey Baltasar porque es negro? La portavoz del PSOE dice que todo es consecuencia del acuerdo entre PP y Vox: “Ha sido poner en tu vida a un socio preferente llamado Vox y preparar una cabalgata más inclusiva, accesible y racista que nunca. Este año, Baltasar es sustituido por el hermano de Gaspar”.
A mí, lo que me intriga es esa pasión por los pelirrojos, un grupo social escaso y que tradicionalmente ha sufrido discriminación por parte de los que ven en ellos características maléficas. En la edad media, la religión católica en general y la Inquisición española en particular relacionaron a los pelirrojos con los judíos y el infierno. A los personajes malvados de la Biblia los representaban con pelo de ese color. Que ahora tanta gente proteste porque han convertido al rey Baltasar en un pelirrojo demuestra que esa marginación sigue viva. Eso sí, ante el alboroto, horas después de la rueda de prensa, el Ay untamiento colgó una nueva imagen de los Reyes Magos, donde Baltasar deja de ser pelirrojo y vuelve a ser negro. Yo, si fuera pelirrojo, protestaría por esta nueva muestra de discriminación.
Aunque quizás el Ay untamiento de Cáceres al rectificar ha salido de la edad media y a vuelto al presente, aunque sea momentáneamente,
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