EL MACARENAGATE TAMBIÉN GENERA ESTUPEFACCIÓN ENTRE LOS INCRÉDULOS

La tercera guerra mundial llega -otra vez- y en Sevilla se las tienen por unas pestañas. La restauración de la imagen de la Macarena ha provocado más indignación digital en España que el “triángulo tóxico” que forman, en palabras del Gobierno, Santos Cerdán, José Luis Ábalos y Koldo García. El tópico del andaluz con sentido del humor queda aniquilado cuando lo que se toca es la imaginería religiosa. Y la Macarena, es mucha Macarena. El desastre de la restauración radiografiado en las redes parece el resultado casero de los tutoriales de maquillaje “foxy eyes” que inundan TikTok.

Imagen de la Macarena antes de la restauración; en el centro, con las polémicas pestañas; y, a la derecha, el resultado final Hermandad Macarena

La virgen salió del templo para someterla a análisis radiológicos, un TAC, y análisis de policromías sin una sola lista de espera. El objetivo era eliminar suciedad superficial derivada de la exposición pública de la imagen y devolver los colores a un estado más cercano al original. Pero la intervención, dirigida por el especialista Francisco Arquillo Torres y el equipo médico habitual de la talla, ha provocado un revuelo sin precedentes entre devotos y usuarios de las redes sociales.

“¿Dónde está la virgen?”, “esos no son sus ojos”, “ya no es la Macarena, ¡es Victoria Federica!”, “No se puede jugar a las barbies con la madre de Dios”, censuran en X. “A ver, a fin de cuentas es una escultura, y como tal tiene ese valor, pero es que miro esas pestañas y me entran unas ganas locas de travestirme… Por favor, ni Ru Paul ha visto semejantes estructuras sobre sus ojos…”. 

Protestas airadas en el templo y profundos reproches en las redes: “La Macarena ya no llora, no porque se le haya ido el dolor, sino porque se lo han arrancado. Su rostro, antes poema de fe y desconsuelo, hoy es máscara sin alma. Y Sevilla, huérfana, busca en sus ojos una pena que ya no le pertenece”, escribe @joselinkk. 

Los devotos catalanes son algo más pragmáticos. La talla de la Virgen de Montserrat, del siglo XII, era blanca, pero la madera de álamo se fue oscureciendo con los años, el incienso, las velas y el aliento de los peregrinos. En el siglo XVI se tomó una decisión radical: se repintó del actual color castaño oscuro. Y siendo Moreneta fue proclamada patrona de Catalunya en 1881 por el papa León XIII.

La restauración de la Esperanza Macarena, una talla anónima de siglo XVII, “hubiera quedado mejor si la hubiera hecho Cecilia Jiménez, la restauradora del Cristo de Borja”, se certifica en el ágora digital. El Ecce Homo -Ecce Mono- saltó a la prensa internacional con espacios en Libération, Le Monde, Daily Telegraph, la BBC, The Independent, Der Spiegel... En los Estados Unidos fue parodiado en el programa de Conan O'Brien. El Cristo nunca volvió a ser el mismo, ni ganas en Borja, donde se ha convertido en reclamo turístico, pero los hermanos de la Macarena no podían permitirse el escarnio.

Las redes han retransmitido en directo la intervención del 112 de la restauración, que intentó arreglar en cinco horas lo que habían estropeado durante cinco días. El sábado por la mañana, otro imaginero, Esteban Sánchez, redujo las pestañas para revertir el “efecto indeseado” en la mirada de la virgen y una tercera intervención nocturna aplacó parte de las críticas.

La fe mueve montañas pero entre los devotos de la virgen también hay mucho seguidor de santo Tomás que ha ido a comprobar en persona el resultado final. Ver para creer. Así que la imagen se ha colocado a ras de suelo para que se pueda comprobar el resultado final después de la “comprensible preocupación”.

El Macarenagate también genera estupefacción inversa entre los incrédulos: “Lágrimas, indignación, reuniones de urgencia, hiperventilación... Así está hoy Sevilla. ¿Por la ruina de la sanidad pública? ¿Por los colegios infradotados? ¿Por una ciudad abandonada a las hordas de turistas? Mucho más grave. Porque a la Macarena le han cambiado las pestañas…”, escribe @caminante21. Las críticas se despachan como “andalufobia”, aunque quien las vierta sea más sevillano que la Giralda.

Una cosa no quita la otra, pero a nadie se le escapa que es más fácil quejarse por una restauración sin alma que darse cabezazos contra la pared de la administración. La Hermandad ha hecho tantos comunicados por unas pestañas como Pedro Sánchez comparecencias por la traición de Cerdán, sin que la indignación se diluya. Junto con el Cristo del Gran Poder, la Macarena es la imagen más venerada de la Semana Santa de Sevilla, así que nadie se acordará del profesor Arquillo en la próxima Madrugá.

Si la parodia digital de las pestañas fuera un gag de humor del Polònia de TV3, Judit Martín y Toni Soler ya habrían recibido la denuncia de Abogados Cristianos por ofensa a los sentimientos religiosos. Pero esa es otra fobia. Isabel Garcia Pagan


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