La introducción de droga en las cárceles a través de alimentos o vestidos impregnados de estupefacientes (marihuana en paquetes de té verde, heroína dentro de un tubo de pasta dentífrica, etc.) ya son como 'clásicos', al igual que el veterano método de portar la droga dentro del propio cuerpo. Sin embargo, unos presos de Tula han creado técnicas innovadoras para estos fines.
En su intento de encubrir drogas o celulares, los criminales toman en consideración todos los aspectos, incluídos los psicológicos. No es fácil llegar a entender que los anhelados narcóticos puedan estar metidos dentro de huesos de pollo o que detrás de un sello postal corriente pegado a un sobre se esconda una droga.
Hace poco, en una cárcel preventiva situada en la provincia rusa de Tula, el deseo prohibido se manifestó en un helicóptero radiodirigido cargado de heroína, que finalmente fue interceptado por la policía.
Tras el intento fallido de ingresar las drogas a la cárcel, fueron detenidas cuatro personas, a las que les fueron incautados 700 gramos de heroína y, claro, el helicóptero.
Se reveló que el intento había sido organizado por un criminal de nacionalidad gitana, que estaba cumpliendo una condena por acusación de robo a mano armada y se encontraba en la cárcel preventiva bajo otra acusación: la de tráfico de drogas.
El sospechoso incluso abrió una cuenta bancaria en una sucursal local para que allí entrara el dinero de las drogas vendidas. Los delincuentes tenían planeado colgar un contenedor con heroína al aparato en una cuerda y dotar el helicóptero con una linterna para controlar mejor el vuelo. El radiohelicóptero debería quedarse suspendido en posición fija cerca de la rejilla de la celda donde se encontraba el autor intelectual del crimen. Ahora, luego del hallazgo, este aparato encontrará su digno lugar en el museo local de la policía penitenciaria. rt.com
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