En la Edad Media el tamaño del pene era un tema tan serio como para ser incluido en un documento redactado durante el reinado de Alfonso X El Sabio. A pesar de lo que pensemos, el divorcio ya existía entonces y se podía solicitar por el hombre y la mujer, aunque este estaba sujeto a determinadas normas recogidas en este histórico texto.
"Estaba perfectamente legislado hasta el punto de que tanto el tamaño del pene, como el funcionamiento de éste eran causas tipificadas para poder admitir el divorcio solicitado por la mujer", según 'Las Siete Partidas', texto al que alude el periódico ABC .
De acuerdo con la publicación, el hombre podía solicitar el divorcio argumentando la "estrechez" o "frigidez" de la esposa. En ese caso se aceptaban las razones y no había dificultades.
Sin embargo, si la mujer se casa en segundas nupcias y sus relaciones eran satisfactorias, la supuesta estrechez podía someterse a la consideración de la ley.
Si se confirmaba o sospechaba siquiera que la esposa no había fingido durante su primer matrimonio la ley obligaba a analizar el tamaño del pene de los maridos y según el resultado la pobre víctima femenina debía volver con su primer esposo o se le permitía permanecer junto al segundo.
El documento especificaba que se debía mirar si son semejantes o iguales aquellos miembros que son menester para engendrar, y si comprobaren que el primer marido no lo tiene mucho mayor que el segundo, entonces la deben tornar al primero, pero si se entendieren que el primer marido tuviera un miembro tan grande que de ninguna manera pudiere conocerla carnalmente, sin gran peligro para ella, aunque se hubiere quedado con él, no la deben separar de su segundo marido porque parece claro que el obstáculo que había entre ella y su primer marido duraría siempre."
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