Desde hace unas semanas viene siendo habitual que en los taxis de las principales ciudades españolas se cuelen músicos espontáneos que amenizan el viaje a los clientes, interpretando a todo volumen “El cóndor pasa”, “Yesterday” y otros clásicos musicales. Aunque cuentan con menos público que en un vagón del metro, casi siempre consiguen propinas porque los pasajeros suelen sentirse más presionados.
“Aprovechan los semáforos para entrar y sentarse junto al cliente ante la pasividad de los taxistas. Suelen trabajar en grupos de cuatro o cinco personas más el amplificador, por lo que obligan al pasajero a apretujarse mucho. Y si son dos o más los viajeros, a veces es necesario abrir las ventanillas para poder respirar”, explica un portavoz de la Asociación Gremial del Taxi de Madrid. “Yo prefiero que me taladren el oído con esas flautas andinas porque así no me veo obligado a escuchar la Cope, pero entiendo que a muchos les resulte incómodo, sobre todo si quieren hablar por el móvil o dormir durante el trayecto”, reconoce un pasajero.
“A mí lo que me molesta no son los músicos”, explica otro testimonio. “Me fastidia que de repente se te siente al lado una señora con un bebé en brazos y te grite al oído aquello de ‘Señoras y señores, por favor, no tengo casa, no tengo dinero, por favor’. Ni siquiera te preguntan cómo te llamas para hacerlo un poco más personal”, explica. También es frecuente la presencia de carteristas, que acechan al pasajero con disimulo haciendo ver que pasaban por allí. “Visten tan correctamente y pasan tan desapercibidos que ni te fijas en ellos. Piensas que son señores que han preferido esperar un taxi dentro del taxi hasta que se lo dejes libre”, añade el testimonio.
Los ayuntamientos se están planteando la posibilidad de contratar a agentes de seguridad para que entren también en los taxis y pongan orden a la situación. “Con la presencia de tres o cuatro agentes por taxi bastaría para que no se colaran los músicos. Básicamente porque no suelen caber tantas personas en la parte trasera de un coche, a no ser que el cliente decida bajarse. Pero si se baja, el asunto pierde toda la gracia”, argumenta un portavoz del Ayuntamiento de Madrid. ELMUNDOTODAY.COM
0 Comentarios