Después de aguantar años de visitas inesperadas por parte de los alienígenas, pone a la venta su rancho. Pero lo único de otro planeta es el precio: cinco millones de dólares.
Imagina que vives en Arizona, uno de los estados más secos de los EE.UU. Imagina, además que vives en el Valle del Arcoiris, un lugar inhóspito, árido y caluroso día y noche durante todo el año, de aquellos sitios donde el calor sale de debajo de las piedras. Por último, imagina que tan sólo te rodean centros penitenciarios, granjas de vacas y que en lugar de casas, tus vecinos tienen carabanas. Y ahora imagina que, encima de todo eso, te visitan los alienígenas. ¿Cómo reacciones? Pues queriéndote ir de ese lugar.
Así que entiendo perfectamente a John Edmonds que, harto de la vida que lleva, sobre todo por las visitas no deseadas, ha decidido poner su rancho Stardust (polvo de estrellas) a la venta. Sin embargo creo que el precio es un poco elevado para lo que es: cinco millones de dólares. Cierto es que es un lugar grande y amplio para alojar a caballos pero no deja de ser un cacho de tierra en medio del desierto.
John asegura que en los últimos años ha tenido que matar a 19 extraterrestres que bajaban precisamente a su rancho para visitar la Tierra, de todos los sitios bonitos que debe haber en el mundo. Incluso en una ocasión reconoce que levitaron a su mujer y la llevaron hasta el garaje en mitad de la noche.
Los seres de otro planeta incluso han tenido la osadía de dejarle marcas en su cuerpo con las que justificar sus motivos para irse, espeluznante. Suerte que, según podemos leer Global News, John ha ideado un método para matar a los visitantes: rebanarles la cabeza con una katana. Y digo yo: si viene un alien de un planeta lejano a visitarnos ¿por qué dejamos que un señor con una katana los reciba cortándoles la cabeza? No es así como tratamos a las vistas, señor mío. ¿Y si trajesen regalos? Vamos a quedar muy mal ante nuestros vecinos intergalácticos.
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