Contenidos en redes afirman que el Foro Económico Mundial ha ordenado a los gobiernos quemar abejas para provocar una “hambruna global”, pero es un bulo. No hay pruebas de la supuesta orden y los casos que cuenta el texto original son situaciones concretas en Nueva Zelanda y Australia a raíz de plagas en las colmenas .
Los mensajes proceden de un contenido de The People’s Voice, una web que señala que sus artículos “pueden contener imprecisiones” y de la que Maldita.es ya ha desmentido muchos bulos
“WEF [las siglas en inglés del Foro Económico Mundial] ordena a los gobiernos quemar abejas para provocar una 'hambruna global'”. Circulan en redes contenidos con mensajes como este a partir de una publicación de The People’s Voice, una web que reconoce que sus artículos “pueden contener imprecisiones” y de la que Maldita.es ya ha desmentido numerosos bulos. Sin embargo, se trata de contenido que no aporta pruebas y que está basado en la quema puntual de colmenas en Nueva Zelanda y Australia por la presencia de plagas (bacterias y ácaros) que afectan a los enjambres. No hay rastro ni de orden similar a los gobiernos desde el Foro Económico Mundial ni de que el objetivo de esta destrucción puntual de colmenas contaminadas sea provocar una hambruna.
Una acusación sin pruebas contra el Foro Económico Mundial
“Los gobiernos del mundo han recibido la orden de tomar medidas enérgicas contra las abejas de la miel mientras la élite globalista intensifica la guerra contra los agricultores y prepara el terreno para la devastadora hambruna mundial de la que nos han advertido persona con información privilegiada”, afirma The People’s Voice sin aportar ninguna prueba. Maldita.es ha preguntado al respecto al Foro Económico Mundial, pero hasta el momento de la publicación de este artículo no hemos obtenido respuesta. 
Desde The People’s Voice añaden que, en teoría, apicultores de todo el mundo están denunciando que hay funcionarios del Gobierno que “están visitando explotaciones y destruyendo colonias de abejas sanas sin motivo y sin realizar pruebas para detectar las enfermedades que afirman estar restringiendo”. Sin embargo, el contenido se hace eco únicamente de dos casos: uno en Nueva Zelanda, sobre colmenas en las que se detectaron esporas de la bacteria Paenibacillus larvae que ataca a las larvas de abejas, y las declaraciones de un supuesto apicultor en Australia de quien no se menciona el nombre. En este país la industria apícola ha apoyado la quema de colmenas por la presencia de un ácaro mortal para las abejas, pero no se ha destruido ninguna desde octubre de 2023. 
Según señala el contenido, un apicultor neozelandés habría recibido la orden de quemar millones de abejas sanas dado que la agencia nacional de gestión afirmaba haber encontrado esporas “que estaban muy por debajo de los niveles de infección y no mostraban signos de enfermedad”. “Ahora ha perdido millones de dólares, décadas de trabajo, y el suministro de alimentos de Nueva Zelanda es más inseguro que nunca”, añade el texto. Sin embargo, la realidad es más compleja que esta versión.
Lo que ocurrió es que, a través de dos test para analizar la presencia de la Paenibacillus larvae, una bacteria que afecta a las larvas de abeja (causando loque americana, una enfermedad infecciosa en estos insectos), se detectaron sus esporas en una colonia. A raíz de estos resultados, se ordenó la quema de 10.000 colmenas. En palabras del propietario, según las instrucciones que recibió, debía cumplir esta orden en siete días o sería multado o incluso encarcelado. Añade que no se le ofreció ninguna compensación por la pérdida, que estima en dos millones de dólares neozelandeses (unos 1.135.000€), como señala la prensa de Nueva Zelanda.
Desde Apicultura Nueva Zelanda Sociedad Anónima, que representa a parte de los apicultores neozelandeses, denuncian en medios que la bacteria puede sobrevivir en las colmenas de las abejas durante décadas y eso significa que muchos apicultores de todo el país tendrán  “una cantidad residual” de contaminación en sus equipos. “Estamos muy preocupados porque está en juego nuestro sustento. Si no tenemos nuestras abejas y nuestro equipo, no podemos operar”, indica esta sociedad.