Las leyes que aprobó el Gobierno de EEUU para protegerse del terrorismo tras el 11-S perjudican la investigación con dos de las armas biológicas más amenazadoras, el virus Ébola y el ántrax. La paranoia por la seguridad ha multiplicado el coste de los estudios y muchos investigadores abandonan, hartos de la vigilancia del FBI.
Un mes después de la caída de las dos torres, el entonces presidente George W. Bush firmó la Ley antiterrorista PATRIOT y, en el verano siguiente, la Ley para la Preparación contra el Bioterrorismo. Su objetivo era preparar a su país ante un posible ataque con agentes biológicos. Ahora, un equipo de investigadores de la Universidad Carnegie Mellon ha publicado en PNAS un estudio sobre el impacto de este escudo legislativo en la investigación con el virus Ébola y la bacteria Bacillus anthracis, causante del ántrax.
Las primeras conclusiones parecen positivas: el número de investigaciones con ambos patógenos ha crecido desde 2002, han aumentado los investigadores en este campo y, además, ha crecido la colaboración entre laboratorios civiles y militares. Pero el coste, según el estudio, ha sido demasiado alto. Si cada millón de dólares dedicado a investigar con ántrax antes de las leyes antiterroristas se tradujo en 17 investigaciones publicadas, desde entonces la cifra ha bajado a tres trabajos. Con el virus hemorrágico la cifra no es tan radical: de los 14 estudios de media se ha pasado a seis. Así que en términos absolutos, el número de investigaciones podría haber descendido de no ser porque el Departamento de Seguridad Interior y el Pentágono han tirado de chequera.
Como explica la responsable del estudio, Elizabeth Casman, "la investigación con los agentes seleccionados es mucho más cara y exige mucho más tiempo por culpa de las exigencias de seguridad".
La combinación de abundancia de dinero y férreas medidas de seguridad explicaría un extraño fenómeno: desde 2002 ha aumentado el número de científicos dedicados a estos agentes pero, al mismo tiempo, abandonan antes la investigación. Varios de los encuestados en el estudio reconocen que las exigencias del FBI les han hecho abandonar, y otros han devuelto el dinero antes de cumplir todas las directrices de seguridad. Otro posible efecto de la legislación es la disminución de la investigación en laboratorios civiles gubernamentales en detrimento de los militares y del sector privado.
Coincidiendo con la firma de la Ley PATRIOT, varias cartas con ántrax llegaron a medios de comunicación y a dos senadores en otoño de 2001. Doscientas muestras fueron enviadas a los Sandia National Laboratories para su análisis forense. Allí comprobaron que la bacteria no estaba armada', con lo que se descartó un ataque sofisticado de una organización terrorista. Se trataba de un ataque interior. En 2008 se suicidó el único sospechoso. El FBI cerró el caso en febrero pasado. AFP
Un mes después de la caída de las dos torres, el entonces presidente George W. Bush firmó la Ley antiterrorista PATRIOT y, en el verano siguiente, la Ley para la Preparación contra el Bioterrorismo. Su objetivo era preparar a su país ante un posible ataque con agentes biológicos. Ahora, un equipo de investigadores de la Universidad Carnegie Mellon ha publicado en PNAS un estudio sobre el impacto de este escudo legislativo en la investigación con el virus Ébola y la bacteria Bacillus anthracis, causante del ántrax.
Las primeras conclusiones parecen positivas: el número de investigaciones con ambos patógenos ha crecido desde 2002, han aumentado los investigadores en este campo y, además, ha crecido la colaboración entre laboratorios civiles y militares. Pero el coste, según el estudio, ha sido demasiado alto. Si cada millón de dólares dedicado a investigar con ántrax antes de las leyes antiterroristas se tradujo en 17 investigaciones publicadas, desde entonces la cifra ha bajado a tres trabajos. Con el virus hemorrágico la cifra no es tan radical: de los 14 estudios de media se ha pasado a seis. Así que en términos absolutos, el número de investigaciones podría haber descendido de no ser porque el Departamento de Seguridad Interior y el Pentágono han tirado de chequera.
Como explica la responsable del estudio, Elizabeth Casman, "la investigación con los agentes seleccionados es mucho más cara y exige mucho más tiempo por culpa de las exigencias de seguridad".
La combinación de abundancia de dinero y férreas medidas de seguridad explicaría un extraño fenómeno: desde 2002 ha aumentado el número de científicos dedicados a estos agentes pero, al mismo tiempo, abandonan antes la investigación. Varios de los encuestados en el estudio reconocen que las exigencias del FBI les han hecho abandonar, y otros han devuelto el dinero antes de cumplir todas las directrices de seguridad. Otro posible efecto de la legislación es la disminución de la investigación en laboratorios civiles gubernamentales en detrimento de los militares y del sector privado.
Coincidiendo con la firma de la Ley PATRIOT, varias cartas con ántrax llegaron a medios de comunicación y a dos senadores en otoño de 2001. Doscientas muestras fueron enviadas a los Sandia National Laboratories para su análisis forense. Allí comprobaron que la bacteria no estaba armada', con lo que se descartó un ataque sofisticado de una organización terrorista. Se trataba de un ataque interior. En 2008 se suicidó el único sospechoso. El FBI cerró el caso en febrero pasado. AFP
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