Lo que en dosis es un placer indescriptible, en un exceso puede ser un infierno. Así lo define Amanda Gryce, una joven de 22 años que sufre desde los 8 Síndrome de Excitación Sexual Persistente (PSAS, por sus siglas en inglés). Según explica la propia afectada al diario británico The Sun, "una simple vibración de teléfono móvil, la música de una discoteca o viajar en avión puede despertar el orgasmo". "No es nada agradable, se podría decir que se ha convertido en una tortura. Este síndrome controla totalmente tu vida y es como vivir una pesadilla que puede tener 50 orgasmos en un día y cinco o 10 dentro de una hora" , se queja Amanda.
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