Un grupo de científicos entrenó abejas para jugar al fútbol en un nuevo estudio, en el que los insectos fueron recompensados con una bebida endulzada cada vez que tuvieron éxito en la práctica.
Los investigadores primero les mostraron qué hacer, usando una “falsa abeja” (un pedazo de plástico amarillo y negro rayado unido a un palo). Luego otras abejas aprendieron observando aquellas que ya habían sido entrenadas.
Jugando una a la vez, tuvieron que empujar o tirar la pelota en un agujero en el centro de la superficie de juego, para obtener la recompensa. Las abejas se volvieron más rápidas en anotar, mejorando su control de la bola mientras su entrenamiento progresaba.
El profesor Lars Chittka, que dirigió el estudio en la Universidad Queen Mary de Londres, dijo que se supone que las abejas podrían adaptarse a los cambios en su entorno natural.
Los investigadores primero les mostraron qué hacer, usando una “falsa abeja” (un pedazo de plástico amarillo y negro rayado unido a un palo). Luego otras abejas aprendieron observando aquellas que ya habían sido entrenadas.
Jugando una a la vez, tuvieron que empujar o tirar la pelota en un agujero en el centro de la superficie de juego, para obtener la recompensa. Las abejas se volvieron más rápidas en anotar, mejorando su control de la bola mientras su entrenamiento progresaba.
El profesor Lars Chittka, que dirigió el estudio en la Universidad Queen Mary de Londres, dijo que se supone que las abejas podrían adaptarse a los cambios en su entorno natural.
“Nuestro estudio pone el último clavo en el ataúd de la idea de que los cerebros pequeños restringen a los insectos para tener habilidades de aprendizaje simples”, declaró el profesor Chittka.
“Las abejas parecían disfrutar jugando con la pelota y aprendieron a anotar muy rápido, pero no creo que vayamos a ver a ninguna de ellos jugando en Wembley en el corto plazo”.
“Las abejas parecían disfrutar jugando con la pelota y aprendieron a anotar muy rápido, pero no creo que vayamos a ver a ninguna de ellos jugando en Wembley en el corto plazo”.
Ante la difusión del experimento, algunos grupos defensores del bienestar animal criticaron el estudio, luego de que cinco de las 49 abejas murieran por “causas naturales” durante el mismo.
Elisa Allen, de People for the Ethical Treatment of Animals, dijo: “Las abejas son insectos inteligentes y complejos, y deben dejarlas solas para vivir sus vidas”.
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