A mediados de mayo San Petersburgo huele como una gran pescadería. Los habitantes de esta encantadora ciudad consideran, sin embargo, que en realidad huele a pepino. Es cosa de olfato. Pero lo cierto es que deja huella para toda la vida.
Ese fenómeno que está en el aire se debe a la llegada de la temporada del eperlano (koriushka en ruso), que del golfo de Finlandia se adentra en el río Neva para desovar. No existe un mejor símbolo gastronómico de San Petersburgo que este pequeño pariente del salmón de apenas 15 centímetros de largo. Por toda la ciudad aparecen vendedores al aire libre que ofrecen ejemplares recién pescados a los ansiosos.
Enseguida se forman colas. Hay que aprovechar porque esa fiebre gastronómica dura como mucho dos semanas. Luego habrá que esperar hasta la próxima temporada. Las recetas varían, desde las más tradicionales hasta las más exóticas. Algunos los prefieren a la plancha, otros salados, pero el verdadero manjar es la sopa de eperlano, que en ruso se llama ujá.
El apogeo llega con una alegre fiesta tradicional, el Día del Eperlano. Un enorme gentío sale a la calle para picar al aire libre todo tipo de platos a base de su pescado preferido. Este año los organizadores aprovecharon la presencia en San Petersburgo de Tonino Guerra, un nombre clave en la literatura y el cine italianos desde los años 50, para dar a la fiesta un acento internacional. Inauguró las celebraciones e incluso se atrevió a degustar algunos platos.
El eperlano es el pescado predilecto de los habitantes de San Petersburgo. Le corresponde el 50% de la captura global de pescado en la costa del golfo de Finlandia. Lo que muchos naturales de esta ciudad echan de menos cuando viven fuera es precisamente el olor del eperlano recién pescado y el sabor del eperlano recién cocido. Ha habido siempre un debate sobre a qué huele cuando está fresco. Se sabe que uno de los grandes admiradores de ese pescado, el primer ministro, Vladímir Putin, considera, igual que muchos de sus paisanos, que huele a pepino. Hay incluso un chiste que aprovecha esa debilidad del hombre más poderoso de Rusia. Putin está en casa friendo pepinos en la sartén. Se le acerca Medvédev y le pregunta: «¿Pero qué hace, Vladímir?» «Qué se le va hacer si no hay eperlanos en Moscú», responde Putin.
Acabada la temporada, para los amantes de eperlano queda la posibilidad de conservarlo en seco para todo el año. En Rusia en general se aprecia mucho el pescado seco, curado al aire libre. Lo comen con cerveza, como aperitivo. Incluso es tradicional entre los jóvenes masticarlo y chuparlo sentados en un banco del parque, en la playa o bien a la puerta del cine, como si se tratara de palomitas.
El eperlano no solo vuelve locos a los seres humanos. En un caso sin precedentes, los pescadores capturaron hace tres años un tiburón polar en el río Neva. Un macho de tamaño mediano: 1,62 metros y 36 kilos. Llegó atraído por bancos de eperlano, según los científicos. Si los tiburones se adaptan a la baja salinidad, San Petersburgo puede tener un pez mucho más grande como símbolo gastronómico. FUENTE - ELPERIODICO
Ese fenómeno que está en el aire se debe a la llegada de la temporada del eperlano (koriushka en ruso), que del golfo de Finlandia se adentra en el río Neva para desovar. No existe un mejor símbolo gastronómico de San Petersburgo que este pequeño pariente del salmón de apenas 15 centímetros de largo. Por toda la ciudad aparecen vendedores al aire libre que ofrecen ejemplares recién pescados a los ansiosos.
Enseguida se forman colas. Hay que aprovechar porque esa fiebre gastronómica dura como mucho dos semanas. Luego habrá que esperar hasta la próxima temporada. Las recetas varían, desde las más tradicionales hasta las más exóticas. Algunos los prefieren a la plancha, otros salados, pero el verdadero manjar es la sopa de eperlano, que en ruso se llama ujá.
El apogeo llega con una alegre fiesta tradicional, el Día del Eperlano. Un enorme gentío sale a la calle para picar al aire libre todo tipo de platos a base de su pescado preferido. Este año los organizadores aprovecharon la presencia en San Petersburgo de Tonino Guerra, un nombre clave en la literatura y el cine italianos desde los años 50, para dar a la fiesta un acento internacional. Inauguró las celebraciones e incluso se atrevió a degustar algunos platos.
El eperlano es el pescado predilecto de los habitantes de San Petersburgo. Le corresponde el 50% de la captura global de pescado en la costa del golfo de Finlandia. Lo que muchos naturales de esta ciudad echan de menos cuando viven fuera es precisamente el olor del eperlano recién pescado y el sabor del eperlano recién cocido. Ha habido siempre un debate sobre a qué huele cuando está fresco. Se sabe que uno de los grandes admiradores de ese pescado, el primer ministro, Vladímir Putin, considera, igual que muchos de sus paisanos, que huele a pepino. Hay incluso un chiste que aprovecha esa debilidad del hombre más poderoso de Rusia. Putin está en casa friendo pepinos en la sartén. Se le acerca Medvédev y le pregunta: «¿Pero qué hace, Vladímir?» «Qué se le va hacer si no hay eperlanos en Moscú», responde Putin.
Acabada la temporada, para los amantes de eperlano queda la posibilidad de conservarlo en seco para todo el año. En Rusia en general se aprecia mucho el pescado seco, curado al aire libre. Lo comen con cerveza, como aperitivo. Incluso es tradicional entre los jóvenes masticarlo y chuparlo sentados en un banco del parque, en la playa o bien a la puerta del cine, como si se tratara de palomitas.
El eperlano no solo vuelve locos a los seres humanos. En un caso sin precedentes, los pescadores capturaron hace tres años un tiburón polar en el río Neva. Un macho de tamaño mediano: 1,62 metros y 36 kilos. Llegó atraído por bancos de eperlano, según los científicos. Si los tiburones se adaptan a la baja salinidad, San Petersburgo puede tener un pez mucho más grande como símbolo gastronómico. FUENTE - ELPERIODICO
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