ABC - Hoy nos ponemos un poquito fĂșnebres pero prometemos tratar el tema con la seriedad que requiere. Al menos la que trata de transmitir una startup californiana llamada Legacy Locker cuyo principal servicio consiste en facilitar a nuestros seres queridos el acceso a nuestro rastro digital una vez que fallezcamos.
Las reacciones en la blogosfera no han tardado en llegar. Hay quiĂ©n piensa que se trata de una extravagancia mĂĄs de los amĂ©ricanos. Otros, sin embargo, aplauden la iniciativa pues satisface una necesidad que hasta ahora no estaba cubierta. El asunto puede parecer trivial, pero si pensamos en el valor que tienen para nosotros todas las fotos, vĂdeos, mĂșsica, mensajes y en general, datos que almacenamos en la web, seguro que nos preguntaremos quĂ© pasarĂĄ con ellos cuando nos vayamos al otro barrio.
Por una "mĂłdica" cantidad de 30 dolares anuales o 300 euros, si se contrata el servicio para toda la vida, podemos indicar el nombre y direcciĂłn de las personas a quienes queremos que se remita la informaciĂłn de cada una de nuestras cuentas (a mi mujer la de Facebook, a mi hermano la de Tuenti, a mi hijo la de Flickr...). TambiĂ©n es posible programar una serie de correos electrĂłnicos que se enviarĂĄn en el caso de defunciĂłn. Eso sĂ, para avisar a la compañĂa se requiere que algĂșn familiar o amigo presente un certificado de defunciĂłn de esa persona. Es entonces cuando se envĂan hasta cuatro correos a la persona fallecida y si en el plazo de 48 horas no contesta, se activa todo el sistema.
Este tipo de situaciones, si bien nada agradables, pueden repetirse, con la llegada de la era digital, con relativa normalidad. Las empresas de Internet suelen ser muy cautelosas con los datos y privacidad de los usuarios. En el caso de España, por ejemplo, hizo falta una orden judicial para la intervención de su cuenta en Tuenti.
El debate sobre nuestra inmortalidad en internet estĂĄ abierto y por eso muchas compañĂas se lanzan al mercado de las funerarias on-line prometiendo un lugar donde desloguearnos en paz.
Las reacciones en la blogosfera no han tardado en llegar. Hay quiĂ©n piensa que se trata de una extravagancia mĂĄs de los amĂ©ricanos. Otros, sin embargo, aplauden la iniciativa pues satisface una necesidad que hasta ahora no estaba cubierta. El asunto puede parecer trivial, pero si pensamos en el valor que tienen para nosotros todas las fotos, vĂdeos, mĂșsica, mensajes y en general, datos que almacenamos en la web, seguro que nos preguntaremos quĂ© pasarĂĄ con ellos cuando nos vayamos al otro barrio.
Por una "mĂłdica" cantidad de 30 dolares anuales o 300 euros, si se contrata el servicio para toda la vida, podemos indicar el nombre y direcciĂłn de las personas a quienes queremos que se remita la informaciĂłn de cada una de nuestras cuentas (a mi mujer la de Facebook, a mi hermano la de Tuenti, a mi hijo la de Flickr...). TambiĂ©n es posible programar una serie de correos electrĂłnicos que se enviarĂĄn en el caso de defunciĂłn. Eso sĂ, para avisar a la compañĂa se requiere que algĂșn familiar o amigo presente un certificado de defunciĂłn de esa persona. Es entonces cuando se envĂan hasta cuatro correos a la persona fallecida y si en el plazo de 48 horas no contesta, se activa todo el sistema.
Este tipo de situaciones, si bien nada agradables, pueden repetirse, con la llegada de la era digital, con relativa normalidad. Las empresas de Internet suelen ser muy cautelosas con los datos y privacidad de los usuarios. En el caso de España, por ejemplo, hizo falta una orden judicial para la intervención de su cuenta en Tuenti.
El debate sobre nuestra inmortalidad en internet estĂĄ abierto y por eso muchas compañĂas se lanzan al mercado de las funerarias on-line prometiendo un lugar donde desloguearnos en paz.
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