El hombre detenido después de la muerte, el pasado sábado en Ciempozuelos (Madrid), de dos ancianos en el interior de la furgoneta en la que los trasladaba al centro geriátrico de su propiedad ha quedado en libertad a la espera de ser llamado a declarar por la juez que llevará el caso.
Además de ir en silla de ruedas, los ancianos padecían demencia senil Fuentes de la Guardia Civil habían informado previamente de la detención de ese hombre, Luis Miguel Aranda, el sábado por la noche. Presuntamente el conductor debía llevar a los ancianos a un centro de mayores llamado Virgen del Consuelo, en Ciempozuelos, pero los dejó en el interior de la furgoneta, en sus sillas de ruedas.
La autopsia debe determinar la causa de la muerte de los dos hombres, mientras que el detenido ha sido llevado ante el juez acusado de un delito de homicidio por negligencia. Luis Miguel Aranda, nació en 1983 y es uno de los propietarios del centro, mientras que los dos ancianos habían nacido en 1923 y en 1929 y ambos eran vecinos de Ciempozuelos.
Entonces se inició la búsqueda de los hombres, que fueron hallados muertos en la furgoneta de transporte de la residencia. Se trata de un centro privado, sin relación alguna con el Ayuntamiento o con la Comunidad de Madrid, ha informado un portavoz del Ejecutivo regional. Está previsto que durante este lunes el detenido declare ante un juez de Valdemoro, que tendrá que dictaminar qué medidas adopta con él.
El imputado, Luis Miguel Aranda, ha reconocido en rueda de prensa que una llamada de teléfono improvisada o una familia que demandaba información hicieron que se olvidara de los ancianos en el interior de la furgoneta.
Una llamada o una familia que demandaba información me distrajoVisiblemente nervioso y emocionado, el hombre ha explicado algunos pormenores del suceso. Ha dicho que el sábado pasado llegó a la residencia con la furgoneta del centro que empleaba para el traslado de ancianos y que, en primer lugar, se ocupó de los "abuelos con alzhéimer", de modo que "como siempre, como medida de prevención, se les llevó a la sala habilitada donde están los trabajadores del centro".
Tras esa acción, Aranda suele bajar de nuevo al aparcamiento para ocuparse de los otros pacientes, que estaban en la furgoneta en silla de ruedas. Sin embargo, se produjo "una llamada de teléfono o una familia que demandaba información" que le distrajo. "Fue la que me apartó de mi rutina", ha dicho.
Estos pacientes del centro de día "son abuelos que a veces vienen, a veces no", ha explicado Aranda, por lo que los trabajadores no los echaron en falta: "incluso en el parte diario figuraba que no habían venido".
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QUE TRISTE!
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