Un seguidor del destacado filósofo griego de la época clásica, Empédocles, se manifestó en el suelo nicaragüense de la manera más trágica posible. Lamentablemente y a diferencia del prócer antiguo, no dejó a la humanidad ninguna obra poética ni hallazgo científico antes de que diera su último paso al cráter de Masaya, a 23 kilómetros al sureste de Managua.
La policía y los socorristas del país denunciaron un hallazgo estremecedor hecho a 70 metros de profundidad en el cráter, donde se encontraba un par de zapatos, un celular y un documento de un suicida que supuestamente la tarde del sábado se habría arrojado al fondo del cráter desde lo alto de un mirador del Parque Nacional Volcán Masaya.
El jefe de un grupo de bomberos local que está a cargo del rescate informó el domingo que habían descendido 220 metros y aún no han localizado el cuerpo. Advirtió que, mientras más bajen, más peligrosa será el operativo. 'Hay más gases, más temperatura y necesitamos de más cuerda, pero es muy arriesgado', explicó el oficial al pie de la montaña de 638 metros de altura.
Aunque el trozo de papel hallado en el lugar no contiene la explicación directa del acto, el documento es muy significativo para la investigación policial: es el resultado de un análisis médico. Presuntamente, fue ese documento el que provocó el descorazonamiento absoluto en la mente del pobre suicida. Sin embargo el hombre, de entre 35 y 40 años sigue considerándose no identificado.
"Por el fuego conocemos el fuego, por el odio, el odio, por el amor, el amor, así que siempre lo semejante conoce lo semejante", solía considerar Empédocles antes de que decidiera a suicidarse. Él que descubrió la fuerza centrífuga y el sexo de las plantas, entre ciertos logros políticos, poéticos y filosóficos, se arrojó al cráter del Etna para igualarse a los dioses olímpicos y ser venerado como un "superhombre" por sus conciudadanos.
Días después de su suicidio la comunidad siciliana supo que los dioses habían reprochado el aporte suicida: la lava del volcán escupió una de las zapatillas del pensador al tiempo que tragaba la otra. Esta disposición fue concebida como un signo claro de que el sacrificio resultó ser indeseable para los dioses. El suicida nicaragüense cuidó de antemano que sus zapatos no le traicionaran y los dejó juntos antes de lanzarse en el abismo.RT.COM
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