PUNTO G: PRIMER MUSEO ERÓTICO RUSO


En el centro de la capital de Rusia se ha abierto el primer museo erótico del país. Sus organizadores apuestan por la provocación en una sociedad considerada aún plagada de temas tabú como la homosexualidad.

El Tochka G o Punto G muestra lo que otros museos occidentales llevan tiempo presentando: miembros masculinos enormes, dibujos eróticos de actos sexuales o esculturas de corpulentos animales y personas. Además, toca muchos temas aún tabú en la sociedad rusa.

El director del museo Alexander Donskoi reconoce lisa y llanamente que se trata de una provocación sexual. El objetivo no es “desempolvar” la moral sexual, tan reprimida en tiempos soviéticos. “Queremos desatar emociones, incluso aunque los visitantes salgan corriendo asqueados”, dice Donskoi, padre de familia de 41 años.

En un sofá de la cafetería del museo, decorado en rojo y lleno de velos, el hombre de negocios reconoce también su preocupación por “el estado espiritual ruso”. Se enerva al hablar de la doble moral de la aún fuerte Iglesia ortodoxa rusa, que consiste en predicar con agua y beber vodka, según dice.


Donskoi recuerda cómo los fundamentalistas cristianos actuaron una y otra vez con brutal violencia contra homosexuales o transexuales. En la gran ciudad de Arjángelsk, en el norte del país, donde se enriqueció como comerciante, las autoridades urbanas prohibieron lo que consideran “propaganda homosexual”, pese a que la homosexualidad en Rusia está permitida desde hace años.

Gran aceptación Una visitante asistió disfrazada de azafata a la ceremonia para abrir el Tochka G (Punto G), el primer museo de arte erótico en el centro de Moscú que muestra más de tres mil artículos en unos 800 metros cuadrados, es el primer recinto de este tipo en Rusia, según los organizadores. Queremos desatar emociones, incluso aunque los visitantes salgan corriendo asqueados.”

El museo muestra imágenes de sexo entre hombres, además de esculturas fálicas de muchas épocas y países. En su sexshop se ofrecen además vibradores, trajes de goma o látigos. “La resonancia en la primera semana está siendo enorme.

Sobre todo vienen jóvenes, que posan con nuestras esculturas de penes de dos metros”, cuenta. La entrada cuesta 500 rublos (unos 12 euros). En Rusia hay sexshops y programas eróticos en la televisión, pero Donskoi espera ahora que la palabra “museo” atraiga a más gente.

“Aquí hay muy poca gente que quiera hacer la sociedad más abierta con ideas inteligentes”, cree Sasha, un visitante de 30 años. Hasta el cierre del museo, a media noche, no dejan de llegar visitantes. Parejas jóvenes se sientan en una mesa rodeados de excetricidades como un ajedrez de miniaturas eróticas en marfil o una colección de medallas de poses eróticas de la prostituta vienesa de ficción Josefine Mutzenbacher, famosa por la narración de sus aventuras eróticas a comienzos de siglo pasado.

Donskoi compró los objetos por internet. Además, los museos eróticos occidentales ayudaron a dar el paso al de Rusia. Y los inversionistas pusieron dinero en el proyecto, explica. Sabe que puede tener algún problema con la política, porque en el museo también cuelga una imagen satírica del jefe de gobierno Vladimir Putin.
El ex jefe del Kremlin aparece como guerrero desnudo con dos penes erectos en pose combativa. Junto a él, el presidente Obama, con uno sólo, pero con pechos. excelsior.com

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