"Escondido en un rincón desconocido de Mongolia Interior (China) existe un 'lago tóxico', una pesadilla creada por nuestra sed de teléfonos inteligentes, de aparatos electrónicos y por la tecnología 'verde' ambiental", sostiene Tim Maughan, miembro de la organización Unknown Fields Division, tras una expedición al lugar.
"Los minerales de 'tierras raras' (nombre común de 17 elementos químicos, formados por escandio y itrio y otros 15 elementos del grupo de los latánidos) han desempeñado un papel clave en la transformación y el crecimiento explosivo de la economía china en las últimas décadas", relata Tim Maughan, miembro de la organización Unknown Fields Division, que ha acudido a explorar el lugar, en un artículo de la BBC.
"Es evidente que esto ha tenido también un impacto enorme y ha transformado la ciudad de Baotou (Monglolia Interior, China)", sostiene.
La ciudad industrial de Baotou es uno de los mayores proveedores mundiales de tierras raras, cuya extracción va acompañada de la liberación de grandes cantidades de residuos muy tóxicos e incluso radiactivos. Estos materiales se pueden encontrar en los imanes de las turbinas de viento, en los motores de los automóviles eléctricos, en las entrañas de los 'smarphones' y en las tabletas y los televisores de pantalla plana, entre otros. Cerca del área de producción se ha formado un enorme 'lago' "lleno de lodo negro y líquidos tóxicos". En los pueblos adyacentes la población se ha reducido de 2.000 a 300 personas, y quienes se han quedado sufren distintos tipos de enfermedades.
"En 2009 China extraía el 95% de la producción mundial de estos elementos, y se estima que las minas de Bayan Obo, al norte de la ciudad de Baotou, contienen el 70% de las reservas mundiales", cuenta Maughan, poniendo como ejemplo llamativo que mientras que China produce el 90% del mineral de neodimio del mercado mundial, solo el 30% de los depósitos del mundo se encuentran allí. "Incluso antes de llegar al 'lago tóxico', el impacto ambiental que la industria de 'tierra rara' ha tenido en la ciudad es dolorosamente evidente. En ocasiones es imposible saber dónde comienza la vasta estructura de los complejos de refinerías y dónde comienza la ciudad (…) decenas de tuberías en línea en la costa producen un torrente de residuos grueso, negro y químico procedente de las refinerías que lo rodean. El olor a azufre y el rugido de las tuberías invade mis sentidos. Parece el infierno en la Tierra", describe el experto. "Después de observar el impacto de la explotación minera de 'tierras raras' con mis propios ojos, es imposible ver los accesorios tecnológicos de uso cotidiano de la misma manera", sentencia. rt.com
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