Turki Bin Abdullah es un joven árabe veinteañero y apasionado por los coches. Pero hay que añadir algo más: es multimillonario y le gusta que se note. Turki, al que la prensa inglesa define como un «playboy», se encuentra haciendo turismo en Londres y se ha traído cuatro de sus vehículos, valorados en 1,2 millones de euros. Los automóviles forman parte de la que pasa por ser una de las grandes colecciones del mundo.
Pero la historia tampoco se acaba ahí: los coches de Turki son de carrocería dorada y las normas de aparcamiento londinenses no parecen ir con él: está coleccionando multas por mal estacionamiento. El millonario se ha asentado en Knightsbridge, el barrio de élite favorito de los ricos árabes y donde se encuentran los concurridos almacenes Harrods, hoy propiedad de los cataríes. Muchos poseen mansión en sus elegantes calles de viejo sabor inglés. Otros llegan en aluvión a partir de finales de mayo, cuando el calor empieza a fundir Catar, Emiratos y Arabia Saudí. Su divisa son unos coches tan híper caros como horterillas, las pipas de agua en las terrazas de sus pastelerías habituales y la ropa occidental de marcas de gran lujo con un puntillo kistch.
Aunque dispone de un párking a solo unos metros de la acera, Turki ha aparcado su flota dorada en plena calle y en prohibido, frente a la torre del hotel Jumeirah Carlton, donde se hospeda. Los cuatro vehículos se han convertido en un espectáculo, fotografiado y grabado por los turistas con sus móviles y por cámaras de televisión.
La verdad es que todos juntos impresionan. El más aparatoso es un Mercedes de seis ruedas, un G63, a medio camino entre un todoterreno y una camioneta, valorado en 467.000 euros. Ayer cuando llegamos, Turki salía ya calle abajo con él, tal vez a comprar el pan... En su día subió fotos a su cuenta de Instagram con el Mercedes dorado compitiendo contra un camello en las arenas del desierto. El plutócrata saudí tiene 51.000 seguidores en la red social, donde va colgando testimonios de sus pasatiempos elitistas. En una de las fotos aparece atada en el asiento del conductor del Mercedes su mascota, también discreta: un guepardo. En otra se le ve muy risueño con sus amigos en lo que parece ser un avión privado. Algunos se han venido a Londres con él y hacen desfiles automovilísticos por las avenidas de Chelsea, Kensington y Belgravia.
Otros dos coches están valorados cada uno en 440.000 euros, se trata de un Rolls-Royce Phantom Coupe y de un Lamborghini Aventator SV, que ayer suscitaba la admiración de dos jóvenes turistas españoles, que discutían sobre cuántas válvulas podía tener. El último es un Bentley Flying Spur, de unos 280.000 euros.
Ayer por la mañana el Bentley y el Lamborghini, los dos que permanecían aparcados, acumulaban varias multas en su salpicadero. Se calcula que Turki y su flotan suman ya sanciones por importe de más de 400 euros al cambio. Si paga antes de catorce días, se quedará en la mitad. Pero todo indica que el problema es calderilla para su bolsillo. La autoridad municipal de Kensington y Chelsea asegura que hará un seguimiento para que abone las multas. El año pasado, el burgo acordó introducir espacios protegidos del ruido de los coches en Knightsbridge y comenzar a sancionar las carreras, sirenas, escapes libres y cortes de tráfico de los jóvenes turistas árabes, que hasta entonces casi disfrutaban de barra libre. ABC.ES
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